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Me encanta el circo del fútbol

La afirmación me pareció muy buena: el futbol es plano. Todo está en pantallas; televisores, computadoras, teléfonos. Este futbol plano es un relato permanente que nos cuenta todo.

Todos amarrados, encarcelados en lo que nos dicen otros, dependiendo de las redes sociales y los medios de comunicación sin ver la realidad de lo que está pasando.

Leí por ahí que el futbol se gana dentro y fuera de la cancha. Cierto, pero: ¿Cuál es el precio y los medios usados?

Hace 23 años un domingo 15 de octubre en las afueras del Estadio Alejandro Morera Soto un aficionado lanzó una botella de vidrio al aire e impactó a un joven de 19 años, Adrián Segura Alvarado, quien falleció dos días después.

Detuvieron al agresor, pero por falta de pruebas y dudas  fue puesto en libertad.

El 17 de febrero de 2014 en el Estadio Nacional en el partido Cartaginés y Alajuelense, el árbitro finalizó el cotejo después de un pleito entre aficionados en la gradería. Las imágenes muestran los hechos: detuvieron 52 personas, pero no pasó nada.

El 27 de agosto del 2017 un hombre agredió con una piedra a un seguidor Cartaginés. El agresor fue detenido. Sin embargo las pruebas recabadas no lo determinaron como imputado.

En marzo de este año Saprissa despidió a su entrenador, Justin Campos, por supuestas agresiones racistas contra el jugador Javon East. El caso está en investigación y se prevé que terminará en nada.

La bola de nieve se ha ido engrosando. Todos estos hechos, un muerto, apedreados, pleitos y otros actos fueron, me imagino para muchos, una forma de ganar los partidos fuera de la cancha.

Lo desastroso es que los dirigentes, buscando ganar un partido o campeonato, justifiquen esos actos como está sucediendo en los partidos Saprissa frente a Alajuelense.

El lanzamiento de monedas, piedras, serpentinas, encendedores y otros artefactos en estos estadios es  frecuente y reiterativo.

Además de multas a los equipos o algún veto a la cancha cuando juegan partidos intrascendentes, nunca pasa nada.

Barras bravas y no tan bravas sacan lo mejor de sus entrañas para saciar la bravura que buscan de sus jugadores en la cancha y de los directivos en la mesa. Además apoyados por los dirigentes en los medios de comunicación, las redes sociales y los comités de la Federación de Futbol que vierten soluciones que no perjudiquen a ningún equipo importante.  

Este mundo plano nos da una realidad distorsionada para nuestro futbol. Distorsionada porque aunque todos disfrutamos de ella, no sabemos cómo lograr esa realidad y seguimos estancados con la sensación que estamos sobre el camino correcto cuando en realidad no caminamos.

Eso aterra, y lo estamos viendo en España, por ejemplo en el caso de racismo donde el brasileño Vinicius Jr. se convirtió en el “pato de la fiesta” entre aficionados complacidos.

Mientras la Federación Española, el presidente de la Liga y la FIFA, siguieron sentados en sus butacas con el lema “Let the show go on”, porque el espectáculo debe continuar.

Tuvo Luis Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil, al iniciar su discurso del G7 celebrado este mayo en Hiroshima, Japón, más las palabras del Ministro de Justicia brasileño Flavio Dino, amenazando a las autoridades españolas que aplicarían el Principio de Extraterritorialidad si no hacían nada contra los agresores. Después de eso los españoles aplicaron algunas medidas.

Además es bueno recordar las 12 personas recientemente fallecidas en el Estadio Cuscatlán de El Salvador durante el partido Alianza frente al Fas.

Este mundo plano se convirtió en absoluto. No hay más allá de lo que vemos en la televisión, el Ipad o el celular, porque hacemos nuestro ese mundo. Ofrecemos excusas y coartadas para sobrevivir cuando nos va mal, porque subsistir a cualquier precio en la adversidad es el objetivo.  

El mundo plano es desigual para muchos que aceptan lo irreal como real.

Nos dicen que el futbol es diversión familiar. Mentira. No hay cambio de ideas, de metodología, de seguridad, de estrategia.

Lo importante es ganar dentro o fuera de la cancha y pertenecer a esa clase privilegiada que gana más campeonatos cada seis meses, más que cualquier equipo en el mundo que juega un campeonato serio, completo, durante el año.

** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto