Muchos entrenadores están felices porque, en las conferencias de prensa, los periodistas no les preguntan de futbol. Prefieren las preguntas ensayadas, porque hablar de futbol es ir a las raíces de los efectos generados por el equipo.
Son esas charlas con los oyentes y televidentes donde corren las incongruencias y banalidades, pero no podemos quejarnos si las incongruencias son la salsa de nuestra realidad.
Hablar de futbol es explicar que ya no hay equipos que jueguen solo a la defensiva o solo al ataque. Que los jugadores siempre deben estar posesionados al atacar para defender. Que el futbol es como el ajedrez: atacas por un lado como distracción para atacar por el otro. Claro, el periodista debe entender que el movimiento de once jugadores es complejo en la dinámica en un espacio rectangular limitado y no la morgue del futbol.
García Márquez, escritor y periodista, dijo que la vida era tal y como uno la recordaba.
Quizás por eso la vida es lo que recuerdan, lo que los demás también recuerdan, y todo lo olvidado y por olvidar. Muchos de los problemas de algunos es que piensan que la realidad es lo que debería haber sido y no la que es.
Algunos entrenadores, alardeando, dicen que cambiaron muchas veces el sistema de juego en el partido, pero si esa es su fórmula mágica, por qué entonces no les cuestionan que en la fase ofensiva no involucran los extremos en los carriles interiores de la cancha y cual es el objetivo de la proyección de los defensas laterales que centran balones solo por tirar la bola.
En un sistema hay muchos subsistemas y no siempre son visualizados en medio de la euforia de los hombres de la banca y de algunos presidentes de equipo, que se rajan como cualquíer fanático madreando a sus jugadores o puteando por un fallo arbitral.
Hay una élite de comentaristas que se aproxima a una idea de entendimiento del juego a través de un conocimiento más técnico. Y entonces pueden mirar las segundas bolas, el futbol vertical, la presión alta, media o baja; las diagonales de los medio campistas, las transiciones rápidas, los medios defensivos y ofensivos cabeza de área, que poco a poco cayeron en desuso en nuestro futbol.
Hay una idea errónea que para saber de futbol basta con haber sido jugador. Tampoco basta con que le guste y sea un apasionado del futbol; o asistir al estadio por muchos años como periodista o dirigente.
Es necesario comprender que el entrenador, periodista o dirigente, debe entender el futbol, y que sepa es una actividad científicamente exigente la cual debe renovarse a diario.
Lástima el tiempo perdido, “hasta los santos lo lloran”, con el refrescamiento que hizo la Federación Costarricense de Futbol para renovar la licencia de los entrenadores, que según algunos asistentes fue muy ralita por la calidad de los expositores, que dedicaron el tiempo con ejercicios de youtube para niños, sin ofrecer un plan para enderezar el rumbo de las ligas menores y mejorar el futbol nacional con metodología moderna. Algún periodista cuestionó a quienes los contrataron?
Qué importa cuando un periodista dice que tal o cual entrenador no sabe leer el juego, que no sabe escoger los mejores once jugadores, ni hacer los cambios acertados, si lo importante es que sepa dominar un grupo y rodearse de un cuerpo técnico que le sustente las carencias y no acuerparse con amigos o exjugadores que saben menos de futbol que el utilero del equipo. Los mejores técnicos son los que saben eso y por eso son exitosos.
No es aceptable que un entrenador o dirigente sea un líder solitario, que pierde partidos y campeonatos y nunca gana nada importante, pero se elige como el mejor frente a la prensa en las victorias intrascendentes.
El entrenador y el dirigente deben ser líderes modernos que se rodeen de personas que sepan mucho más que ellos en materias fundamentales y de esa forma lograr un mejor rendimiento de cada jugador, el equipo y la organización que representan.
La verdad es que el futbol evolucionó mucho más que la mayoría piensa. Una mayoría que cree que con bravuconadas, desplantes y creyéndose dueños de la verdad, no les conviene que se hable de futbol. Y en ese debate ensayado, que se lo permiten los periodistas, pretender salir de la mediocridad. Tenemos un futbol de ciegos donde al tuerto lo proclaman rey.
** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.