“EL CORTO CAMINO DEL OLVIDO”
“No hay riqueza más peligrosa que una pobreza suntuosa” (San Agustín)
Siempre ha existido distancia entre la pobreza y la riqueza. Difícil de subir son esos incontables escalones que alejan a “los de abajo” de “los de arriba”. No obstante, hay afortunados que son capaces de escapar de “las garras” de la pobreza o de la humildad y se encaraman en escenarios de riqueza y ostentación. Y ejemplos sobran…
Esos jóvenes ilusionados un día toman la determinación de viajar al GAM (Gran Área Metropolitana) con escasos colones en la bolsa, un amigo que le preste un cuarto y hasta el arroz y frijoles por unos días. Todo, con la esperanza de realizar una prueba en un club grande y ser seleccionado Estos muchachos, que acuden de toda la geografía, son un ejército, cuyas únicas armas son la técnica por demostrar y un salveque repleto de ilusiones.
Camino largo, dificultoso, exigente en el día a día. Tratan de sobrevivir y ser tenidos en cuenta, pero los clubes no son centros de beneficencia y lo más que hacen es darles la oportunidad de incorporarse a sus ligas menores. Sacrificio y penurias versus progreso y ascenso. El reto es el ascenso a equipos de superior categoría del mismo club, a cambio de remuneración cero.
Tras temporadas muy largas, centenas de partidos y entrenamientos, de pronto se les señala y se les otorga la oportunidad de “dar el salto”. Y ahí -¡por fin!- reciben ingresos e incursionan en el escenario más observado, donde tienen que “dar la talla y consolidarse”.
Se hacen profesionales del mundo del balón y encuentran situaciones -antes desconocidas- como modas y costumbres aprendidas rápidamente. E ingresa en su rutina el tiempo de ocio y los lugares de divertimento. Compras, ostentaciones y aspavientos por doquier. Se acumulan las horas perdidas, los olores de perfumes y las noches largas con luces de neón; aunque -de momento- su juventud soporta el desperdicio.
Y aquel muchacho pobre y humilde se transforma, en lo personal, para mal. Y quien provenía de un hogar, de “piso e´tierra”, ve su imagen en medios de comunicación y en estampillas de álbum de colección. De desconocidos pasan a formar parte de un mundo seductor, donde lo banal abunda. Es fácil dar el salto y brincar de lo humilde y desconocido a ese marcado grupo de "ídolos de barro”, que carecen de compromiso social, olvidan rápidamente cuáles son sus raíces. Y es público que en su frivolidad y “riqueza ocasional” da la espalda a actividades de índole social que necesitan una mano amiga ¡Qué corto es el camino del olvido! ¡Qué rápido enterraron su procedencia y pasado! En síntesis: “Patadas al balón versus desmemoriados sin compromiso social”.