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El representante italo-neerlandés, Mino Raiola, defendía a sus jugadores como hijos y nunca olvidaba quién le había ayudado y quién le había intentado pisar. Fue uno de los agentes que cambió el mercado.

Raiola siempre se reía de todo y de todos. Presumía de ello, incluso cuando no era políticamente correcto. Y su marcha ha tenido algo de ese tono, 'resucitando' después de que le dieran por fallecido el pasado jueves. La noticia de su muerte corrió como la pólvora, pero el agente aún tuvo fuerzas para colgar un tuit ajustando cuentas: "Es la segunda vez en cuatro meses que me matan. Será que soy capaz de resucitar". Sin embargo, este sábado el corazón de Raiola ha dejado de latir, después de pelear con una enfermedad que finalmente le ha ganado el pulso. Precisamente en ese tono irónico se despedía el presidente de la Juventus, Andrea Agnelli: "No te cachondees en el paraíso. Ellos saben la verdad. Te quiero, Mino". 

No era un tipo convencional. Se ganaba a sus representados, a los que trataba y defendía como hijos, con su cariño y sus bromas. Pero tenía un perfil más vehemente cuando algo no le gustaba. Y la prensa era en muchas ocasiones el blanco de su ira. Mino siempre advirtió a sus jugadores que la información es poder y la prensa había que tenerla cerca.

En cierta ocasión, en Mónaco, un grupo de periodistas esperaba en un restaurante a que Raiola saliera de su oficina, que estaba frente al establecimiento. Mino se asomó a la ventana y los vio, llamó al restaurante y advirtió de que la comida de los periodistas estaba pagada. Se marchó por la puerta de atrás y dejó a la prensa plantada, pero agradecida por la invitación.

Era un hombre que se creó a sí mismo. Nacido en Salerno en 1967, al año se mudó con su familia a los Países Bajos, donde su padre acabó abriendo una pizzería en la que Mino trabajaba de camarero mientras estudiaba Derecho. Probó con el fútbol en el juvenil del Haarlem, pero como tipo listo que era, se dio cuenta rápido de que no triunfaría como jugador y se puso a dirigir con cierto éxito. Su espíritu emprendedor le llevó a comprar un McDonald's y a fundar la agencia 'Intermezzo'. De los banquillos, saltó a la dirección deportiva y, de ahí, a la representación de jugadores. 

Su primer movimiento fue la venta del extremo Bryan Roy al Foggia italiano, y luego intermedió en la venta de Dennis Bergkamp y Wim Jonk, del Ajax de Ámsterdam al Inter de Milán. A partir de ahí, comenzó a ganar visibilidad y peso en el mercado como agente FIFA con su empresa 'Maguire Tax & Legal', inspirada en la película 'Jerry Maguire', que protagonizó Tom Cruise. Raiola era un tipo impulsivo, que nunca olvida a quien le ha ayudado ni a quien le ha intentado pisar. 

Poco amigos de 'los encorbatados', sus negociaciones con los clubes eran muy comentadas por su franqueza y su lenguaje directo. Tener a Raiola sentado al otro lado de la mesa nunca fue una buena noticia. Abrió la agencia 'Sportman', con sede en Mónaco, Brasil, Holanda y República Checa.

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Ha representado a muchos jugadores, pero la carrera que define perfectamente su idiosincrasia como agente es la del sueco Zlatan Ibrahimovic, un jugador tan peculiar como Raiola. Se llamaban entre ellos hermanos y Mino le hizo cambiar hasta diez veces de club. Todos los 'grandes' de Europa se sentaron en algún momento frente a él para tratar de fichar a alguno de los jugadores de su cartera, empezando por Zlatan y siguiendo por Mario Balotelli, Paul Pogba, Matthijs de Ligt, Romelu Lukaku, Marco Verratti, Gianluigi Donnarumma, Moise Kean, Henrikh Mkhitaryan, Blaise Matuidi, Chuky Lozano, o en su día Pavel Nedved. Ahora, manejaba los destinos deportivos de más cien futbolistas, entre ellos del noruego Erling Haaland, que el lunes cogió un avión y viajó a la Costa Azul para ver a Mino y, probablemente, para despedirse.

Negociaba en siete idiomas: italiano, inglés, alemán, español, francés, portugués y holandés. Pero su residencia estaba en Mónaco. Con los equipos españoles ha vivido una relación de amor y odio. Del Barcelona se fue tarifando cuando abrieron la puerta de salida a Ibrahomovic, aunque ahora tenía una buena relación con Joan Laporta. En el Real Madrid, tampoco querían verle por sus altas exigencias en las operaciones, aunque en los últimos tiempos la relación se había relajado. De hecho, había contactos abiertos entre el agente y José Ángel Sánchez, el director general madridista, con la figura de Haaland sobre la mesa. Raiola ha llegado a confesar alguna vez: "Me falta cerrar un negocio con el Real Madrid. No tengo ese cromo en mi álbum".

Se marchó muy joven

La muerte de Raiola ha sido muy comentada en el mercado, porque Mino se va con solo 54 años. Jorge Mendes, otro de los agentes poderosos del panorama futbolístico, se despedía así de él: "Estoy conmocionado por la noticia, ya que se trata de una desaparición prematura e inesperada de un amigo. Alguien que siempre fue un ejemplo en la defensa de los intereses de los jugadores a los que representaba".

Mino tenía un olfato especial para los negocios. Cuando Haaland descosió la pelota marcando goles en el Salzburgo, varios equipos de la aristocracia futbolística europea hicieron ofertas suculentas por él, pero el agente apostó por traspasarlo al Dortmund solo por 20 millones. Los 'borussers', un club en clara alza que se asoma a la Champions, permitieron incluir una cláusula de salida dos años después. Raiola tenía claro que los 75 millones de la cláusula serían baratos dos años después con la evolución del futbolista. Hoy, Haaland es a Mbappé lo que Cristiano ha sido a Messi. La incógnita es saber qué ha dejado atado Raiola con el delantero noruego, porque Manchester City y Real Madrid negociaban con el agente su fichaje.

El fútbol ha perdido a un tipo inimitable. Alguien que convirtió su agencia en un equipo más. Ser un jugador de Raiola era sinónimo de tener un estatus. Todos sus futbolistas tienen algo especial: además de talento futbolístico, personalidades peculiares. Mino no quería jugadores convencionales, quería futbolistas diferentes. Dicen sus amigos, entre los que había también periodistas, que "era muy generoso con los suyos. Siempre decía que el dinero no era tan importante... salvo que ese dinero fuera suyo".

Fuente: Diario El Confidencial España 

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