Castillo, que tiempo después tuvo que salir del país para evitar un ajuste de cuentas, en su libro relata las excentricidades del narco, como bautizar a sus propiedades con nombres asociados con México como "Discoteca Chihuahua", "Bar Mi Tenampa" o "Rancho Hermosillo".
Y también relata sus feroces ataques a objetivos del mundo del crimen organizado o de la política.