Eric Gomez para Fox Deportes. Bajen sus armas, nefastos pseudo-nacionalistas. A nadie le interesa quien es el “Gigante de CONCACAF” (a veces, es como argumentar quien es el enano más alto de todos) o que no importe si el anfitrión gana en Brasil, porque los verdaderos grandes de Sudamerica ya han ganado Mundiales (hace casi 30, 40 y 65 años).
No nos interesa su división y su mala vibra en lo que es la fiesta más bonita, más espectacular de todos los tiempos en el mundo futbolístico. Con toda su polémica y controversia, Brasil 2014 quedara definitivamente como uno de los mejores, sino es que el mejor Mundial de la historia.
Y dos de los grandes “culpables” para que esto sea cierto lamentablemente quedaron fuera de la competencia. Pero su recuerdo quedara ahí, para la posteridad. Colombia y Costa Rica fueron el alma de la fiesta, y ambos equipos dejaron un sabor de boca increíble ante todo el mundo. Ambas selecciones se merecen los aplausos hasta de sus enemigos más acérrimos.
Costa Rica es ejemplo de proceso en una CONCACAF, donde en ocasiones es muy complicado dejar a un entrenador siquiera doce meses. A excepción de Estados Unidos, que ha tenido tres entrenadores en década y media, la región es bastante inestable. Y no, la continuidad no garantiza éxito, pero siempre es preferible tener a un DT trabajando dos o tres años a seis meses.
Los Ticos aprendieron esto luego de una desastrosa experiencia con Ricardo La Volpe, y volvieron a confiar en un hombre que conocía el fútbol del país y que, sin poses y con trabajo humilde, puso a la nación centroamericana en las primeras planas del mundo. Jorge Luis Pinto asumió nuevamente el compromiso de llevar a Costa Rica al mundial, lo cumplió y lo hizo con creces.
“Este es el Grupo de la Muerte, pero los muertos son otros,” decía Bryan Ruiz, un jugador que antes era injustamente señalado por los mismos Ticos (¿Por qué? ¿Por no anotar 20 goles cada temporada en ligas sumamente difíciles? ¿Por no cargar al equipo nacional cada que se paraba en la cancha?) tras despachar a Italia, Uruguay y empatar con Inglaterra en el sector a priori más difícil del Mundial.
Y con ese atrevimiento, con esa confianza basada en fe y trabajo, los Ticos navegaron una serie de octavos de final poco vistosa pero igualmente complicada, despachando a Grecia. Por 120 minutos, y con el perdón de lo que dijo Arjen Robben después del partido, Costa Rica no solamente aguantaba a Holanda, sino que la presionaba y en más de una ocasión lo tuvo contra las cuerdas.
Solamente un genio como Louis van Gaal y un arquero hecho para enfrentar la presión y el destino de los penales como Tim Krul despidió a los Ticos tras un enorme esfuerzo. Con estrellas jóvenes como Joel Campbell, Oscar Duarte, Marco Ureña y Keylor Navas, el reto será definitivamente mantenerse. Tras la gran Copa de Costa Rica y los desempeños sobresalientes de Estados Unidos y Mexico, la Copa Oro 2015 se ve de repente muy atractiva.
Caso similar al de Colombia, que por cinco meses estuvo esperando a un jugador, y que muchos desechaban precisamente al cumplirse la negativa de salud de Radamel Falcao. Los cafeteros mostraron una inteligencia colectiva impresionante, liderados desde el banquillo por un viejo lobo de mar en Jose Pékerman, quien por el bien de la selección tendría que quedarse, y dentro de la cancha por James Rodriguez, un “descubrimiento” irónico para los analistas amateur.
Si las lesiones los respetan, aun en esa brutal región de calificación al Mundial, Colombia volverá, y lo hará mucho más fuerte de lo que varios piensan, con o sin Falcao. Quitando a los veteranos Faryd Mondragón y Mario Yepes del plantel, la selección colombiana tiene una edad promedia de 25.7 años, por lo que no es descabellado pensar que la mayor parte del grupo puede llegar sin problemas a Rusia 2018. Por cierto, Falcao tendrá apenas 32 años para ese entonces.
Por lo pronto, se merecen ese gran desfile por las calles de Bogota. Haber dominado el Grupo C sin problema alguno y mostrar lapsos de fútbol brillante ante Costa de Marfil y Uruguay, sobre todo, da mucha confianza para el futuro. Y si, aunque se hayan perdido por momentos ante una Brasil bastante inoperante, Colombia saborea ser “caballo negro” para dentro de cuatro años.
Por esto y más, sin importar la nacionalidad del que este escribiendo, sin importar las rivalidades ni las preferencias personales a los estilos y corrientes futbolísticas, seria torpe no reconocer la gran Copa del Mundo que nos regalaron Costa Rica y Colombia.
Disfrutemos el momento de estos dos protagonistas inesperados, y demos gracias que hemos sido participes de su alegría y nivel. Las siguientes batallas entre “nuestras” selecciones y los ticos o cafeteros aun no están en puerta. Sin envidia, y con respeto por el fútbol, aplaudamos y sigamos viendo con gran expectativa las semifinales y la final.