Ramírez, quien fuera un mediocampista ofensivo un tanto regordete pero con la habilidad necesaria para brillar con los ticos en Italia 90, tiene un reto mayúsculo, ya que en Costa Rica si de algo padecen es de paciencia.
Al parecer, Costa Rica no pudo lidiar con su nueva etiqueta de equipo grande en Concacaf, y debe levantarse nuevamente desde sus orígenes para pensar en una clasificación segura a Rusia 2018.
El "Machillo" -así llaman a la gente de tez blanca y pelo rubio en Costa Rica- llega con el cartel de haber ganado cinco títulos con la Liga Deportiva Alajuelense. Eso sería al parecer una buena carta de presentación para arrancar el proceso mundialista aunque no para terminarlo.
A Costa Rica le pesan mucho los grandes escenarios. Sus mejores actuaciones en Mundiales las ha conseguido con entrenadores extranjeros: Bora Milutinovic en 1990 y Jorge Luis Pinto en 2014.
Alexandre Guimaraes no pudo pasar de la primera fase en 2002 y 2006. Y aquí un apunte importante: "Guima" llegó en estas dos oportunidades como apagafuegos, rehusando a tomar el proceso desde un inicio. El promedio de entrenadores para los ticos en cada proceso es de dos o tres. De momento, pensando en Rusia, ya llevan uno.
Ramírez debe estar consciente que si la crítica no resistió los deslices de ex íconos futboleros del país como Hernán Medford o Paulo César Wanchope, mucho menos le tendrán paciencia a él que prácticamente hizo toda su carrera en casa con los clubes Liga Deportiva Alajuelense y Saprissa.
También su personalidad es un tema a tratar, ya que en el 2013 se retiró siendo campeón con Alajuela, por el simple hecho de que quería un 'tiempo fuera' al no soportar la presión que vivía todos los días en su club.
Y en una eliminatoria mundialista la presión por buenos resultados lo acompañarán desde la primera jornada. La buena noticia es que su participación oficial llegará hasta la fase de grupos, aunque en el amistoso ante Brasil del 5 de septiembre, podríamos empezar a entender su idea de juego.
"Si la unión de fuerzas se da, vamos a ser sólidos... Pido apoyo incondicional a la afición", fue más que un grito de guerra uno de paz. Ramírez, sin querer o queriendo, pone de manifiesto que el entorno futbolero local está quebrado.
Y es que luego de Brasil 2014 su realidad cambió diametralmente. Su entrenador Jorge Luis Pinto renunció no sin antes revelar conflictos internos del equipo; su presidente Eduardo Li está preso acusado de corrupción y luego Paulo César Wanchope fue destituido por liarse a golpes con un agente de seguridad en Panamá.
A Ramírez le toca poner orden en un fútbol que mostró que podía hacer cosas grandes, pero que luego también ratificó el pánico escénico que sufre en condición de grande. Y en su realidad tiene dos opciones: cambiar la historia de su país terminando un proceso completo o bien siendo el nuevo conejillo de indias de la federación tica.