A lo largo de la historia, siete guardametas costarricenses han dejado huella en el exigente fútbol mexicano, protagonizando capítulos memorables que reflejan la calidad del talento nacional bajo los tres palos.
La travesía comenzó hace 76 años con Manuel Cantillo, quien tras alzarse campeón con el Club Sport Cartaginés en 1940, fue contratado por el Marte de Cuernavaca. Su estadía de dos temporadas marcó el inicio de una saga de exportaciones.
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Uno de los casos más notables fue el de Evaristo Murillo, figura herediana que deslumbró con la Selección Nacional en una gira por Guatemala en 1942. Gracias a su rendimiento, fichó con la Unión Deportiva Moctezuma de Orizaba, donde permaneció siete campeonatos (1943-1948). Luego jugó en el Veracruz (1948-1950) y finalizó su carrera en el Zacatepec (1951-1954), consolidando una trayectoria de leyenda.
También en los años 40, Carlos Alvarado del Alajuelense tuvo un paso fugaz con el Club América en 1947, mientras que Hugo Zúñiga militó en el Marte de Cuernavaca y también en el Moctezuma de Orizaba.
En la década de 1960, Emilio Sagot brilló en el Norceca de la Concacaf con la Tricolor, lo que le valió un fichaje por el Zacatepec. Posteriormente jugó en el Atlante y el Pachuca, antes de retirarse a principios de 1970. A pesar de las lesiones, su paso por México fue significativo y marcó un precedente para futuros porteros costarricenses.
Después de casi 30 años sin presencia tica en las porterías aztecas, Lester Morgan, formado en el Herediano, firmó con los Venados de Yucatán (Primera A) en la temporada 1999-2000. Su carrera fue truncada por su fallecimiento en 2002, a los 26 años, luego de ser parte del plantel mundialista de Corea-Japón.
Finalmente, Leonel Moreira, campeón con el Herediano, llegó al Pachuca en 2019 con un contrato de tres años. En su debut internacional, compitió con Alfonso Blanco y el veterano Óscar “Conejo” Pérez, sumándose a la historia de arqueros costarricenses en tierras mexicanas.
Así, el legado de los porteros ticos en el fútbol mexicano demuestra que la escuela costarricense sigue dejando huella más allá de sus fronteras.
Con informacion del periodista Rodrigo Calvo
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