CUANDO ALGO TERMINA, TERMINA”
“Si quieres la paz, lucha por la justicia” (Pablo VI)
En todos los aspectos de la vida hay un antes y un después. Todo comienza, por alguna razón fluye, continúa y activa un calendario a cumplir, aunque luego, por razones varias, fenece. Y efectivamente… “cuando algo termina, termina”.
Pero de lo que se trata es de respetar que “principios, trabajo y dignidad no se negocian”. Y tal parece que en esta actual sociedad, los códigos de conducta están devaluados o malinterpretados. Eso conlleva que profesionales, de todos los campos, hayan encontrado una forma totalmente irregular de lucrarse, por medio de espacios políticos, empresariales o financieros, aplicando aquella banalidad de que “el fin justifica los medios”.
Es inaudito que profesionales en derecho engrosen listas del Colegio de Abogados, donde citan, por orden alfabético, a cientos de juristas sancionados, por delitos o incumplimientos varios. Y es que la interpretación de la ley de repente se ha puesto al alcance de supuestos delincuentes de cuello blanco, que con escusas, matráfulas y distintos ardides, maquillados por subjetivas o hábiles interpretaciones de los artículos del derecho, cometen actos tipificados como hechos delictivos. Y lo malo es que a veces tienen éxito en sus actuaciones porque “maquillan” muy bien sus gestiones.
Muchas personas han caído en los tentáculos de este ejercito de individuos, que cumplieron muchas horas lectivas que terminaron en un acto solemne donde no faltó el juramento hipocrático. La realidad, en algunos casos, es que algunos no tardaron en olvidar este compromiso; máxime si por medio hay tentador lucro o posibilidad de un cambalache que implica dádivas, bien sean económicas, de conveniencia o lo que es peor, que ocultan el enriquecimiento ilícito e ilegal, que no todos descubren y pocos lo denuncian.
Insólito es aportar documentación falsa, negociar con el colega rival o contribuir al fraude procesal. También existen los que aprovechan la ignorancia del cliente y terminan saqueándole, quedándose con su propiedad. O, lo que es peor, a cambio de un préstamo a un enfermo que precisa cirugía, terminan arrebatándole y cobrando la “póliza de IVM” de la viuda, con una firma falsa.
Es cierto que “cuando algo termina, termina”. Pero no siempre sucede así… En ocasiones, inicia la inspección judicial su trabajo y señala a los que se burlan de la figura de la justicia, que no es tan ciega a la hora de castigar a “los pillastres”. Y por el debido proceso, tiempo al tiempo.