La intención de Maradona era pagarle a Fidel por la casa, pero Castro se negó a recibir dinero. La Constitución cubana no admitía por ese entonces la existencia de la “propiedad privada” y la compraventa de propiedades, al menos en los papeles, estaba prohibida.
En 2005, Diego abandonó Cuba y no volvió sino hasta 2016, cuando murió Fidel Castro. En este tiempo, la familia y los abogados del crack olvidaron la casa cubana, que solo reapareció en el debate público tras su muerte.