Júnior fue quien habilitó a Bryan Ruiz en el gol que le dio al equipo tico la histórica victoria sobre Italia.
Aquí la nota de la FIFA
Díaz disfruta de su cita con el destino
Júnior Díaz se erigió en el centro de las celebraciones al final del partido en el que Costa Rica se impuso a Italia por 1-0 en Recife, una victoria que ha servido a los Ticos para conquistar la clasificación a las fases eliminatorias. Los jugadores costarricenses se abalanzaron en tromba sobre el carrilero, dueño de una potencia y una velocidad endiabladas pese a su constitución delgada y menuda, después de que se convirtiera en autor del centro que Bryan Ruiz transformó en el único gol del encuentro. La escena se repitió tras el pitido final, mientras los Ticos celebraban la victoria más importante de su historia.
“Para mí es todavía más especial, porque nunca me garantizaron la titularidad”, explicó a FIFA.com una vez terminada la fiesta en el Arena Pernambuco. Díaz, actual jugador del Maguncia alemán, entró en el once inicial como relevo del lateral Bryan Oviedo, quien se fracturó la pierna a principios de año. “He participado en la creación del gol y he contribuido a la victoria de mi equipo. Es el mejor momento de mi carrera y uno de los mejores de mi vida”.
Díaz está viviendo un sueño muy especial. Su entusiasmo contagioso y su reluciente sonrisa reflejan la emoción indescriptible que irradia esta selección de Costa Rica de camino a hacer realidad sus sueños de grandeza en Brasil.
“Hemos hecho historia”, añade, mientras los compañeros le dan palmaditas en la espalda cuando pasan a su lado. Díaz está disfrutando lo indecible con la atención que le dedica la prensa. “Nos atrevimos a soñar que podíamos derrotar a Uruguay, y lo conseguimos”, comenta sobre el primer partido de Costa Rica, celebrado en Fortaleza hace seis días, donde el zaguero debutó en la Copa Mundial de la FIFA™. “A continuación soñamos con vencer a Italia y pasar de ronda, y lo conseguimos. Ahora podemos seguir soñado con metas más altas”.
Las perfectas aportaciones de Díaz hasta la fecha dan una idea de la sorprendente profundidad de banquillo que posee una selección de Costa Rica que está sorprendiendo a todo el mundo excepto a sus apasionados seguidores. “Por el camino hemos perdido a varios jugadores, víctimas de las lesiones”, manifiesta el veloz lateral. “No sólo a Oviedo; también han caído otros”, añade señalando hacia el pasillo que en ese momento atraviesa el delantero Álvaro Saborío, quien ha entrado en la convocatoria pese a haber sufrido una grave lesión. Saborío se desplaza en una especie de patinete que propulsa con la pierna sana y con la ayuda de sus compañeros en caso necesario.
“Son jugadores de máxima importancia para nosotros”, continúa Díaz. “Esos muchachos jugaron en los clasificatorios e hicieron un trabajo magnífico. Pero estamos cubiertos. No se llega a este equipo sólo por ser costarricense. Todos los que integramos la selección, del primero al último, sabemos jugar al fútbol”, insiste. “Cuando alguien se queda fuera, otro ocupa su lugar. Eso es lo que se necesita para ganar, y eso es lo que tenemos”.
En plenas celebraciones, Díaz busca su teléfono móvil. Tiene que llamar a su padre. Díaz padre fue uno de los astros más brillantes del fútbol costarricense en la década de 1980, pero cuando los Ticos se clasificaron para su primer Mundial en Italia 1990, no recibió la convocatoria. Su omisión provocó indignación en Costa Rica, pero el entonces seleccionador, Bora Milutinovic, no cedió ante las protestas. “A mi padre aquello le entristeció muchísimo”, revela Júnior, un niño por aquel entonces. “Pero ahora soy yo el que disfruto de esta oportunidad de jugar en un Mundial y de hacer historia. Tengo la sensación de que mi padre está aquí conmigo todo el tiempo. A través de mí, éste es también su Mundial. Soy feliz como hijo, y él está contento y orgulloso como padre”.
Con un brillo especial en la mirada, Díaz echa a correr hacia donde se encuentran sus compañeros, para saborear el momento un poco más. Éste es un hombre dispuesto a aprovechar al máximo todas las oportunidades y a no dejar que se le escape ninguna.