Un experto en dominar los demonios que puede desatar el piloto estrella de la Fórmula 1. Una tarea que desarrolla sobre tres vértices, porque la relación profesional se combina con el respeto y la amistad. El trabajo del ingeniero de pista no se limita a ser el nexo entre quien se sienta en el cockpit y maneja a más de 300 km/h y el equipo: la inteligencia emocional tiene el mismo valor que las capacidades técnicas y analíticas que exige la competencia.
Peter Bonnington es el genio que se esconde detrás de Lewis Hamilton. El hombre que con voz pausada y firme relató por la radio los detalles del dramático último giro del Gran Premio de Gran Bretaña y condujo al británico a la victoria, como si se tratara de un encantador de serpientes.
Apenas se desató el caos en la pista de Silverstone, con la rotura de los neumáticos delanteros izquierdos de Valtteri Bottas (Mercedes) y Carlos Sainz (McLaren), Bonnington advirtió a Hamilton sobre la necesidad de preservar la goma y desistir de cualquier intento de marcar la vuelta rápida, que entrega un punto extra para el campeonato. Con el pinchazo del seis veces campeón, Bono desplegó sus virtudes para restarle tensión a un piloto que solo quería sobrevivir en la pista. Detalló sin pánico cómo Max Verstappen (Red Bull Racing) recortaba los 30 segundos de diferencia y manejó de tal modo a Hamilton que éste ni siquiera vio cuando recibió la bandera a cuadros: "¿Esta fue mi última vuelta?", consultó el piloto, al cruzar la meta; "Eso es, compañero: lo has hecho", replicó Bonnington, que le regaló un "maravilloso trabajo" a quien logró un triunfo épico en la Fórmula 1.
En 2011, Bonnington se sumó desde Lotus a Mercedes para trabajar con Michael Schumacher. En agosto de ese año reemplazó a Mark Slade y junto a Jock Clear actuó como ingeniero de pista del alemán. Pero todo se desarticuló un año después, cuando el séptuple campeón anunció el retiro, después de un inicio de temporada desalentador, con cinco abandonos y apenas un podio en ocho Grandes Premios. El núcleo que trabajó con Schumacher se trasladó a Hamilton, cuando el nacido en Stevenage desembarcó en Mercedes en 2013.
Fortalecer la mentalidad de Hamilton, que en 2008 había firmado su primer título del mundo, aunque acumulaba frustraciones ante el avasallante Sebastian Vettel y Red Bull -campeones entre 2010 y 2013-, una de las prioridades de Bono al asumir el nuevo reto. En domar el aspecto emocional de Hamilton y desarticular la inteligencia de Nico Rosberg se concentraba una parte de la labor y no siempre la relación tuvo la fluidez del domingo en Silverstone. En ese mismo escenario, aunque en 2014, el británico desistió de ensayar un último intento en la qualy, lo que despertó críticas de ex campeones como Nigell Mansell ante la absurda decisión; los medios británicos también fueron duros: Hamilton llegaba al GP de Gran Bretaña 29 puntos por debajo de Rosberg y era dominado por el talentoso germano. "Estaba haciendo una vuelta 1,5 segundos peor y dejé de acelerar, pero nadie del equipo me dijo que en el último sector se podía mejorar entre 4 y 4,5 segundos. Fue un error mío, nadie del equipo influyó para que entrara a boxes", admitió Hamilton, que al día siguiente ganaría la carrera. Igualmente, desde entonces, Bono empezó a conducir ciertas intenciones.
Ese vínculo directo, entre tecnología, factor humano y emociones, empujó a Hamilton a ganar en 2014 su segunda corona, la primera con Mercedes y con Bonnington como ingeniero de pista. Una tarea lenta, de máxima confianza, en la que las partes marcaron una extraordinaria capacidad analítica para determinar y priorizar los problemas del auto: las sensaciones del piloto y las respuestas del ingeniero, que traduce lo que explota en las pantallas de las computadoras, resultó un ida y vuelta sin fisuras, aunque Bono también conoció el costado amargo, el de las dudas, las frustraciones y los enojos de Hamilton.
Juntos desanduvieron las batallas internas con Rosberg -campeón en 2016- y aunque la salida del alemán de la F.1 pudo tomarse como un alivio para el exterior, la exigencia de la fórmula Hamilton-Bonnington no decayó. La campaña 2018 fue de un dominio abrumador, aunque en el GP de las Américas, en Estados Unidos, el británico no ocultó cierto fastidio por quedar relegado al tercer puesto, por detrás de Kimi Räikkönen (Ferrari) y Max Verstappen (RBR). Un par de horas después de la queja, Hamilton tenía un correo electrónico con un informe de su ingeniero de pista sobre la actuación y la agenda de trabajo, rumbo a la cita de la siguiente semana en el autódromo Hermanos Rodríguez, de México. "Perdimos rendimiento en algunas áreas, pero sabemos dónde tocar para recuperarnos", comentó Hamilton apenas pisó suelo mexicano, ya sin el enojo que explotó días antes.
El año pasado, Hamilton se quejó amargamente en el GP de Mónaco y amagó con realizar una parada extra porque pensaba que sus neumáticos condicionarían el final de la carrera. Repitió en cada comunicación con Bono el error del equipo de calzarlo con compuesto medio en lugar de los duros, que era el elegido por los principales rivales. Llegó a señalar que su neumático delantero izquierdo -el mismo que estalló anteayer en Silverstone- estaba "muerto". Después de 30 giros, aquellas palabras quedaron sin sentido: ganaba en el Principado por tercera vez y lograba la cuarta victoria en seis fechas del calendario. En esos arrebatos, Bonnington solo se dedica a controlar su furia, bajarlo a la realidad y enseñarle con datos que debía ajustarse al plan.
En los ocho años de relación, Bonnington se ausentó solo una vez y debido a una operación programada. En el GP de México 2019, Marcus Dudley -el N° 2 de Bono- tomó la función, mientras que Dom Riefstahl reemplazó al sustituto del ingeniero de pista titular. "Demuestra lo bueno que son todos los integrantes del equipo: no tenemos un punto débil y por eso ganamos títulos", los alentó Hamilton, que logró imponerse y le dedicó la victoria a su hombre de máxima confianza. "Ser el líder, el ingeniero N°1 de un piloto que quiere ser campeón no es fácil. Somos muy demandantes y él realiza un trabajo fantástico. Recorrimos un largo camino juntos y estoy orgulloso de dedicarle esta victoria", expresó el británico; Bono adelantaba siete días su regreso y en el GP de Estados Unidos su piloto conquistaba la sexta corona.
El concepto Hammertime es una idea de Bonnington con la que el ingeniero, por la radio, atiza al piloto a dar el martillazo y desarticular cualquier esbozo de reacción de los rivales. "Pueden escuchar cómo es nuestra relación cuando estamos en carrera. Bono es fantástico en la gestión, porque en el pitwall se maneja mucha información y hay varias opiniones: él sabe qué filtrar y siempre se encuentra tranquilo", lo define Hamilton, el seis veces campeón de la F.1 que se dejó conducir por su ingeniero de pista para firmar un triunfo épico en Silvertone.
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