Fuente inagotable de paradojas, el deporte destapa una última con la estratosférica ascensión económica de Naomi Osaka. La japonesa, de 22 años y más bien desorientada desde que tocó el cielo un par de veces, entre finales de 2018 (US Open) y comienzos de 2019 (Open de Australia), se convirtió en la deportista que más ingresó el año pasado.
Así lo refleja el informe publicado este sábado por la revista Forbes, en el que la tenista adelanta por la derecha a la todopoderosa reina de la raqueta, Serena Williams. Según la publicación, Osaka facturó 37,4 millones de dólares (34,2 de euros), exactamente 1,4 más que su compatriota, quien había encabezado el listado de ganancias durante los cuatro últimos años, sin contestación.
Sorprende el primer puesto de la nipona, pero no tanto si se atiende a la extensa (y generosa) nómina de patrocinadores que le respaldan; entre otros, Nike, Nissan, Shiseido, MasterCard, Nissin Foods, All Nippon Airways, Procter & Gamble, BodyArmor, Yonex… Una verdadera torre de firmas que entienden que el mestizaje de Osaka, de padre haitiano y madre nipona, supone un filón comercial en un escaparate tan internacional como el tenis, deporte global donde los haya. La fórmula garantiza el impacto, y a su vez el éxito: juventud, frescura, proyección. Una atractiva historia familiar detrás. Lo tiene todo Osaka, quien, sin embargo, en los últimos tiempos ha ido perdiendo efervescencia y eso ha repercutido directamente en sus resultados.
En septiembre de 2018, cuando apenas se había empezado a escuchar su nombre en el circuito, la japonesa firmó uno de los triunfos más ruidosos que se recuerdan ante la propia Williams, que le aguó la fiesta de su primer grande en Nueva York. Solo cinco meses después, volvió a irrumpir como un relámpago en Melbourne, donde venció a la veterana Petra Kvitova para alzar su segundo major y menear los cimientos del tenis femenino, ansioso por dar con nuevas sensaciones y minimizar el golpe que supondrían las salidas de los dos grandes iconos mediáticos de las dos últimas décadas, Maria Sharapova –retirada desde hace tres meses, a los 32 años– y Serena, que resiste cuando no está lejos de cumplir los 39.
Se anticipaba una nueva era y se apuntaba a Osaka como la gran elegida, la única capaz de ejercer como dominadora en medio de un maremágnum de promesas que van y vienen. Sin embargo, el pelotazo en Australia vino continuado por una descompresión en toda regla: ruptura con Sascha Bajin, el técnico que la condujo hacia el número uno, y a partir de ahí, sin el faro del alemán, dudas, dudas y más dudas, y posteriormente el descenso. No superó la tercera ronda en Roland Garros y se estrelló en la primera de Wimbledon, y en el último US Open cedió en los octavos ante Belinda Bencic; posteriormente, en su regreso a Australia en el arranque de 2020, otra decepción con una nueva caída prematura.
Se ha ido desinflando la nipona. Pero aun así, paradójicamente, sus contratos no han dejado de crecer, mientras que otras deportistas han desaparecido del mapa monetario conforme su rendimiento menguaba.
Fideos, automóviles, productos cosméticos, bebidas isotónicas, aerolíneas, ropa deportiva… 15 marcas, en total. Y, detrás de esa imagen y construyendo piedra a piedra la promoción, la multinacional IMG. “Para aquellos que no están en el mundo del tenis, Osaka representa un rostro fresco con una gran historia. Combina la juventud y el mestizaje, dos aspectos que le ayudan a conectar con las audiencias jóvenes. El resultado es un icono global de marketing”, razona en el informe de Forbes el especialista David Carter, profesor de economía deportiva en la USC’s Marshall School of Business.
Cuatro excepciones en un listado de hombres
La japonesa ingresó en el circuito profesional en 2014, cuando todavía no había cumplido los 16 años, y por sus méritos en la pista ha recaudado hasta ahora 13,3 millones de euros. Llaman la atención sus rasgos y su personalidad, entremezclando la timidez con una gran habilidad para desenvolverse con los medios. Ahora no brilla en la pista, pero sí en la cima de las ganancias. En concreto, es la 29ª en la lista de los 100 deportistas que más ingresaron en 2019 que publicará la revista la próxima semana. Serena, su referente, el de casi todas esas niñas que sueñan con ser algún día grandes campeonas, figura la 33ª.
La norteamericana, que ha ingresado más de 275 millones de euros gracias a los sponsors durante su carrera, fue la deportista femenina que más ganó en 2016 (26,5), 2017 (24,7) 2018 (16,5) y 2019 (26,7). Forbes registra los resultados desde 1990 a través de una clasificación que vuelve a subrayar un flagrante desequilibrio, puesto que desde 2012 solo cuatro mujeres han conseguido colarse en un top-100 con absoluta preponderancia masculina. Las cuatro son tenistas (Osaka, Sharapova, Williams y la china Li Na), lo que a su vez subraya al deporte de la raqueta: las mejores pagadas siempre compiten sobre una pista.
Previamente, la que había gobernado durante un lustro ininterrumpido y ostentaba el récord era la rusa Sharapova, que facturó 22,9 millones en 2011, 24,8 en 2012, 26,5 en 2013, 22,3 en 2014 y 27,2 en 2015, tope en su última campaña realmente productiva. Con anterioridad, solo Venus Williams había logrado comandar la clasificación, en 2003 y con 12,8 millones. Todas ellas lucían indumentarias de Nike, la misma que llevaba la china Li Na y ahora Osaka. La compañía de Oregón asestó un severo golpe a la alemana Adidas cuando le arrebató a la tenista (10ª en el ranking) hace poco más de un año, abonándole 10 millones anuales en un vínculo que se extiende hasta 2025.
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