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El pasado lunes, una jueza federal de Estados Unidos autorizó que el telégrafo de translatlántico Titanic, hundido en abril de 1912 con 2.208 personas a bordo en el Atlántico Norte, pueda ser rescatado del pecio del buque, que yace a unos 4 km de profundida. Pero pese a que desde que fue hallado se han recuperado centenares de objetos, aún quedan cosas por sacar.

Robert Strange, realizador de documentales y autor de libros sobre el Titanic, ha explicado a The Sun cuáles son los 10 objetos que aún permanecen sumergidos en las frías aguas del oceáno y que tendrían algún valor.

La botella de whisky del camarote del panadero. Se sabe que el jefe de panaderos Charles Joughin declinó subir a los botes salvavidas y regresó a su camarote durante el accidente para beber whisky. Posteriormente, pudo salvarse.

La plomada del carpintero del barco. John Hutchinson, el carpintero del barco, fue el primero en saber que el Titanic se iba a hundir. Era el encargado de medir el nivel de agua en la sentina del buque con una plomada.

Los joyeros de John Jacob Astor. Una de las más famosas víctimas del naufragio fue el multimillonario John Jacob Astor. Poseía una enorme colección de relojes anillos y joyas, que seguramente se quedaron en su camarote.

El teléfono de la cofa del vigía. El marinero Frederick Fleet fue quien agarró el teléfono aquella fría noche para avisar al cuadro de mandos de la presencia de un iceberg.

Los papeles de la caja fuerte del capitán. En el camarote del capitán, y en concreto en su caja fuerte, debió quedar el certificado que daba permiso al Titanic a transportar pasajeros.

El 'camello mecánico'. Una de las atracciones del gimnasio de primera clase era el 'camello mecánico', un aparato que simulaba el movimiento de caminar sobre uno de estos animales y que era especialmente exitoso entre las damas.

La pala de un carbonero. El colectivo de los carboneros, los encargados de alimentar la sala de máquinas, fue el que más bajas tuvo. Trabajaron hasta el final, pese a la creciente inundación.

La luz de alarma de la sala de máquinas. En la sala de máquinas había un sistema de luces: blanca para máxima velocidad, azul para velocidad lenta y rojo para parar. La noche fatídica, la luz se puso roja, pero no sirvió de nada.

El violonchelo de Roger Bricoux. La famosa orquesta del Titanic contaba la presencia de un joven francés de 20 años llamado Roger Bricoux, que tocó el violonchelo hasta los últimos momentos para animar a los pasajeros.

El alfiler de oro de Ben Guggenheim. El magnate de la minería Ben Guggenheim fue otra de las víctimas famosas del desastre. Se dice que iba siempre impecablemente vestido y siempre con un alfiler de oro en su corabata. Sus últimas palabras fueron, según se dice: "Estamos preparados para hundirnos como caballeros".

Fuente: 20minutos.es 

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