Nunca antes un equipo nicaragüense había derrotado a un equipo de Costa Rica jugando en territorio tico.
El diario La Prensa de Nicaragua tituló su crónica de la siguiente forma: ''Real Estelí estremece Costa Rica, eliminando al campeón de la Liga Concacaf 2018''.
En otra nota agregó: ''¡Terror en La Sabana! Apoteósica victoria del Tren del Norte sobre el Herediano''.
El medio Futbol Nica, por su parte, destacó: ''Noche historica, Por Fin, El Tren En La Próxima Estación''.
Aquí la nota del Diario La Prensa
El 24 de noviembre el mundo recuerda la muerte de Freddy Mercury, la publicación del Origen de las especies de Darwin, la ejecución del asesino del presidente Kennedy (Lee Harvey Oswald), no obstante, los nicaragüenses fanáticos al balompié no olvidarán la noche en el cual el Tren del Norte logró su mayor gesta deportiva en la historia del club, eliminar a un equipo grande de Costa Rica.
Hubo terror en La Sabana. Desolado y sin público, vacío como un desierto así fue el juego de los ticos, anulados por el empuje de un conjunto que jugaba más allá de sus facultades, que soportaba la presión, resistía las embestidas y salía con rmeza al contragolpe, haciendo ver al Herediano como un pequinés, moviendo el rabo entre las pierna para dejarse acariciar y luego ser estrangulado con el único gol del encuentro en los pies del colombiano, nacionalizado nicaragüense, Jorge Betancur.
En Estelí funcionó todo. Se acoplaron rápidamente al terreno. Cada quien se adueñó de su posición, cuando eran superados aparecía el relevo, se desprendieron de la responsabilidad de tener la pelota, pero consiguieron la inutilización del juego rival, obligándolos a retroceder en la mayor parte del primer tiempo y empezar de cero. ¡Qué bien se siente no tener la pelota y no estar incómodos!
Así estuvo el Tren del Norte. Henry García desbordaba, como un roedor que huyendo de un gato se colaba entre adversarios, armaba jugadas, creaba peligro y fue incidente en las aproximaciones de los norteños. Ese muchacho nacido en Acahualinca se ha bañado en grandeza. En la vida no te determina donde nacés. Ese pequeñito jugador con fragancia de Dior para un país de poco brillo se robó todas las miradas, los elogios y los aplausos desde la distancia. Sencillamente fue el mejor del partido. Y todavía cuando tuvo que defender lo hizo, como una estaca en la cual se tropezaban los del Herediano. Lástima que el travesaño le negó el gol, ese tiro de gracia en el desenlace, pero era abusar como diría Villoro de la “Diosa Chiripa”.
La obra maestra de Estelí la empujó Barrera, y como Atlas sosteniendo el mundo Richard Rodríguez desde la contención, Yohn Mosquera repartiendo patadas desde todos lados, el brasileño Rodrigo Bronzatti y Oscar López rmes como centrales ante el asedio de los atacantes John Jairo Ruiz y Jonathan McDonald, mientras el arquero Romo se convertía en un factor de seguridad.
Semanas atrás Estelí se mediría a un Herediano mermado por el Covid-19 y no tendría a siete de sus principales jugadores. Sin embargo, Concacaf decidió cancelar el encuentro. La historia hubiese tenía una excusa. Ahora no las hay. Hubo terror en La Sabana, mucho carbón en el Tren y una apoteósica victoria que sabe a todo. Ni Mercury, ni Darwin ni Kennedy, en el norte de Nicaragua solo se recordará el pitido de una locomotora.
Nota Futbol Nica
Existen instancias inexplicables de la vida, porque el fútbol después de todo es vida. Existen instancias en donde lo imposible, a través de la luz, de la virtud y de la fortuna, se confabula con un ápice de esperanza y se convierte en milagro. Porque, y está comprobado, los milagros existen, y uno tuvo lugar vestido de rojo y blanco en San José.
El Real Estelí lo consiguió, obró una gesta sin techo o una canción sin rodillas y cantó afirmando que no importa que digan y que mencionen lo trillado. El Real Estelí venció al gigante, lo hizo sacrificando fútbol pero dejando la piel y clasificó a una instancia desconocida para nuestro fútbol.
Muchas veces pasa un ángel, en el momento apropiado y prende un bombillo que ilumina un momento de genialidad como el de Juan Barrera, el mejor sobre la cancha, que terminó siendo liquidado por Jorge Betancur para enmarcar un instante en la eternidad. El Real Estelí ganó porque el fútbol muchas veces premia no al mejor, sino al necesitado.
No hubo miedo escénico, ni miedo a la quilla ni monstruos de mar y el Real Estelí, cambiado a línea de cuatro con Rodrigo Bronzatti y Óscar López liderando una zaga que estuvo a la altura siempre, a pesar de la presencia de grandes marcas en el ataque tico y más allá de que Jhon Jairo Ruiz asustó al 16′, supo golpear en la jugada inmediata cuando una conducción de Juan Barrera abrió espacio para el descaro de Henry García que remató, dejó rebote que pescó Jorge Betancur.
A pesar de que el CS Herediano despertó, se adueño del partido y obligó al repliegue esteliano, los norteños tuvieron la oportunidad de marcar el segundo y hasta el tercero porque si bien la pelota se aferró al botín tico, fue el Tren el que generó siempre las mejores opciones como la de Quijano en gran llegada de Barrera o la de Henry García siempre intentando lo prohibido.
El final inesperado después de tanta espera apareció y la amargura de tres décadas se podrán digerir por un instante porque la esperanza preño a la lógica y la fecundó con una gesta por la cual, posiblemente, tendremos que volver a esperar otras tres décadas.
Para los incrédulos, dentro de los que sin lugar a dudas me incluyo, el fútbol vuelve a demostrar que en algunos momentos habrá que creer, que por momentos lo coherente no es vinculante ni obligatorio y el Real Estelí finalmente consiguió avanzar, a la siguiente estación que seguramente también será la última, aunque por lo menos, ahora podrá tararear a Filio y decir que habrá que creer, en algo o en alguien también.