Dicho recinto tiene un aspecto que lo hace único.
"La historia del estadio que se jacta por latir más que la Bombonera: tiene un corazón enterrado", dice el artículo.
Ese corazón es precisamente el de Alejandro Morera Soto, más conocido como el 'Mago' del Balón.
"Lejos de parecer algo bizarro, todos los costarricenses fanáticos del Alajuelense sacan pecho de tener el corazón de su ídolo en una de las tribunas del estadio. Están orgullosos de ser el único equipo del mundo que, literalmente, tiene corazón", agrega la nota.
Morera Soto, fallecido en 1995, jugó en el Barcelona de España.
Aquí la nota de Olé
Hay un órgano del cuerpo humano que tiene relación directa con el fútbol: el corazón. “Hay que alentar de corazón”, “Vos sos la alegría de mi corazón”, “Tenés que dejar el alma y el corazón”. Esos son, por ejemplo, algunos de los tantos cantitos que retumban en cualquier estadio. Claro: el corazón es el motor de todo. En su función literal, bombea sangre a todo el cuerpo. Late. Con mayor o menor frecuencia, pero late. Y hay que cuidarlo, por supuesto, porque cuando deja de latir, todo se acaba. Está claro: sin corazón, no hay nada. Por ello, en el ámbito futbolero, la premisa para ganar un partido es “dejar el corazón en la cancha”, simbolizando que se dejó todo dentro del rectángulo de juego.
Y muchos utilizan el corazón como insignia personal: los hinchas de Boca, cuando sacan chapa al decir que su Bombonera late; o Angelito Di María, el campeón del mundo que tiene ese característico festejo de gol con forma de corazón. Pero solamente existe un club que puede afirmar que, verdaderamente, tiene corazón. Se trata del costarricense Liga Deportiva Alajuelense, uno de los equipos más grandes de su país. Luego del fallecimiento del máximo ídolo del club, le extirparon el corazón y lo depositaron dentro de una de las cuatro tribunas de su estadio... Sí, real.
La historia de Morera Soto
Alejandro Morera Soto, jugador que surgió de la cantera del club y tuvo un corto paso por Inferiores, debutó en Primera en 1925, con 16 años. Era crack. Jugó hasta 1927 en el club que lo vio nacer y luego, en 1927, fue cedido al Centro Gallego de Cuba. Regresó a Alajuelense y contribuyó a que obtuviera su primer campeonato en 1928, marcando cuatro goles en el último partido. Esta actuación, sumada a que ya había alcanzado los 20 años, lo llevó a Europa. Pasó por el Espanyol y luego lo fichó el Barcelona, en 1933, llegando a la cúspide de su carrera. Fue de los primeros latinos en jugar en el Barcelona.
Con el Culé, ganó el campeonato de Cataluña. Luego pasó por el Hércules de Alicante, Le Havre de Francia y volvió al Alajuelense para retirarse. En sus 17 años de carrera hizo que “la Liga”, como le dicen los ticos al Alajuelense, lograra tres campeonatos de Primera y tres Copa Costa Rica. Como si fuera poco, tras colgar los botines en 1947, Morera Soto dirigió al equipo y ganó cuatro títulos más.
Un equipo con corazón
Para tomar dimensión de su grandeza, estuvo presente en diez de los 30 títulos locales que acumula el Alajuelense. Es el ídolo máximo del club. Según los hinchas, es el hombre que hizo grande a la Liga fuera de su país. Por eso, tras su fallecimiento en marzo de 1995, la Comisión Directiva, en consenso con la familia, decidió sacarle el corazón y guardarlo en un cofre metálico. De esta manera, y con toda una comitiva que acompañó la ceremonia, depositaron el órgano en la tribuna Este del estadio que alberga a unos 17.895 espectadores. Lejos de parecer algo bizarro, todos los costarricenses fanáticos del Alajuelense sacan pecho de tener el corazón de su ídolo en una de las tribunas del estadio. Están orgullosos de ser el único equipo del mundo que, literalmente, tiene corazón.