La calle del terror
A R.L. Stine lo llaman “el Stephen King de la literatura infantil” por lo prolífico y también porque ha inspirado una gran cantidad de series y películas. ¿La última de ellas? La calle del terror, trilogía fílmica de la directora Leigh Janiak y que llegó a Netflix esta temporada.
Su primera parte, que se ambienta en la década de los 90 en Shadyside, una ciudad pobre y marcada por una lista larga de macabros asesinatos, a la que suma uno más: el de un joven con una máscara de calavera y un cuchillo que mata a varias personas en un centro comercial.
Crímenes que vuelven a perturbar la vida de sus habitantes, cuando reaparecen los asesinos en serie que han asolado a la ciudad a lo largo de las décadas, lo que estarían relacionados con el espíritu de una bruja del siglo XVII y que ahora tendría como objetivo a los adolescentes protagonistas de la película.
Una sucesión de muertes violentas, escapes milagrosos y mortales heridas con armas blancas que reviven de la mejor, y explícita forma, al subgénero del terror llamado slasher, en el que siempre hay un demente con tendencia a eliminar jovencitos y jovencitas.
Subgénero que tiene entre sus ejemplos a La masacre de Texas, Halloween, Viernes 13 y Scream, y que en La calle del terror se combina con lo paranormal para ofrecer una entretenida y emocionante narración, que revisita sus características clásicas dándoles un aire nuevo y revigorizante.
En tanto, su parte dos se sitúa en 1978, mientras que en la tercera la historia retrocede hasta 1666.