Vladimir Putin es, sin lugar a dudas, uno de los personajes principales de la política mundial de inicios del siglo XXI. El camino seguido por este ex agente de la KGB para mantenerse durtante tantos años en el poder de su país es muy interesante y digno de repasar.
El 31 de diciembre de 1999, el entonces presidente ruso Boris Yeltsin sorprendió a su país y al mundo con un discurso televisado. Lo que parecía ser solo un mensaje de Feliz Año Nuevo resultó ser un momento histórico.
"Hoy me dirijo a ustedes por última vez como presidente de Rusia", dijo Yeltsin. "Tomé una decisión, y fue una decisión difícil. Hoy, en el último día de este fin de siglo, renuncio".
"De acuerdo con la Constitución, escribí una orden que transfiere las responsabilidades del gobierno al primer ministro Vladimir Vladimirovic Putin".
Así nació una de las grandes figuras políticas del siglo XXI.
¿Pero cómo se perpetuó en el poder?
Con el fin de la Unión Soviética en 1991, Rusia obtuvo una nueva constitución. La Carta de 1993 estipulaba mandatos presidenciales de cuatro años, y el presidente solo podía cumplir dos mandatos consecutivos. Sobre la base de las nuevas reglas, Boris Yeltsin fue elegido en 1996. Vladimir Putin, elegido en 2000, sería reelegido en 2004 para un segundo mandato de cuatro años. Hasta entonces, el líder ruso no mostró ninguna intención de cambiar las reglas para permanecer en el poder.
Pero en 2008 Putin decidió trasladarse al cargo de Primer Ministro cuando dejó la presidencia tras las elecciones de 2008, para eludir el requisito constitucional que impedía su elección para otro mandato.
La elección de marzo de 2008 fue ganada por su candidato, Dmitry Medvedev, con el 71,2% de los votos en la primera vuelta, una clara señal del dominio de Putin en el país. Un día después de asumir el cargo en mayo, Medvedev nombró a su predecesor como nuevo primer ministro, y los dos gobernarían juntos durante cuatro años.
Las reglas del juego empezaron a cambiar meses después. En noviembre, con solo seis meses en el cargo, Medvedev envió una propuesta de enmienda constitucional a la Duma, el parlamento ruso, extendiendo el mandato del presidente de cuatro a seis años. La propuesta fue aprobada.
El cambio significó que Putin, al final de los cuatro años en el cargo de Medvedev, podría regresar al cargo por dos mandatos más, habiendo cumplido con la restricción constitucional de que un presidente solo podía gobernar por dos mandatos "consecutivos".
Posteriormente, Vladimir Putin ocupó el lugar de Medvedev al ganar las elecciones presidenciales de 2012, siendo elegido en la primera vuelta con el 63,6% de los votos. Seis años después, en las elecciones de 2018, una nueva victoria para Putin, quien fue reelegido con el 76,69% de la preferencia de los votantes.
Mas no contento con eso, en marzo de 2020, Putin anunció otra medida. En los cambios constitucionales que propondría al país, un ítem autorizaría al actual presidente a postularse nuevamente para la presidencia, ya que la nueva regla de dos mandatos no se aplicaría solo a quienes ya se encontraban en el cargo.
Por esto, en julio de 2020, los rusos acudieron a las urnas para decir sí o no al presidente. Dijeron que sí. Las reformas a la Constitución fueron aprobadas en plebiscito por el 77,9% de la población.
Con esto, el líder ruso creó las condiciones legales para permanecer en el Kremlin otros 12 años después del final de su cuarto mandato en 2024, es decir, hasta 2036. Incluidos sus cuatro años como primer ministro, podría permanecer en el poder durante 36 años, siete más que Josef Stalin.
A sus 83 años, habrá pasado casi la mitad de su vida al frente de la gran nación rusa. El presidente ha devuelto a su país al nivel de una gran potencia, capaz de influir en los procesos políticos de todo el mundo. Su imagen en el exterior nunca fue la mejor, pero Putin nunca insistió en ser amado. Logró su objetivo: que Rusia volviera a ser respetada y, por muchos, temida.
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