La pandemia que afecta al mundo entero desde marzo del 2020 ha puesto a prueba a los científicos desde el primer día y estos han respondido de la mejor forma. Prueba de ello son las vacunas que varias farmacéuticas desarrollaron con éxito. Sin embargo, eso no parece ser suficiente y ya trabajan en una solución definitiva.
En tiempo récord, científicos en varias partes del mundo desarrollaron vacunas que protegen a las personas contra ese virus en particular. Ese fue un maravilloso logro de la ciencia, pero tiene al menos tres limitaciones.
La primera es que las mutaciones que generan nuevas variantes del virus en algún momento pueden disminuir la eficacia de las vacunas, o incluso escapar de la respuesta inmune que producen.
La segunda es que el SARS-CoV-2 es solo uno de al menos siete tipos de coronavirus que se saben que pueden afectar a los humanos.
Y la tercera es que situaciones como la destrucción de hábitats naturales y el avance humano hacia territorios salvajes, aumenta la interacción entre humanos y animales, lo cual eleva las posiblidades de que un coronavirus animal pase a las personas.
Por razones como estas, los científicos coinciden en que es muy probable que en el futuro el mundo vuelva a enfrentarse a una nueva epidemia de coronavirus. Ese riesgo ha llevado a que varios investigadores, incluso antes de esta pandemia, hayan estado buscando una vacuna universal que pueda combatir varios, incluso todos los coronavirus que afectan a los humanos, y las variantes que existen o puedan llegar a existir.
Sería una poderosa vacuna "pancoronavirus".
Hay cuatro tipo de coronavirus: alfa, beta, gamma y delta. Entre ellos, hay siete que pueden infectar a los humanos, según explican los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos. Y entre esos siete, hay tres del grupo beta que han causado epidemias en años recientes, según datos de la Organización de la Salud (OMS):
El MERS-CoV, que causa el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS). Se identificó por primera vez en Arabia Saudita en 2012. Hasta marzo de 2021, se han confirmado 2.574 casos de MERS, incluyendo 885 muertes
El SARS-CoV, que causa el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Se identificó por primera vez en China en 2003. Durante ese brote se registraron 8.098 casos, incluyendo 774 muertes
El SARS-CoV-2, que causa la covid-19. Identificado en China en 2019, hasta el 28 de abril había contagiado a casi 150 millones de personas, incluyendo más de 3,1 millones de muertes
Hoy en varios laboratorios se desarrollan iniciativas para fabricar vacunas universales contra el coronavirus. El rápido desarrollo de las vacunas contra el SARS-CoV-2 es una muestra de que quizás no sea tan difícil lograrlo, según los especialistas. Una de las razones es la proteína de espiga.
Cuando esta proteína ataca a una célula, hace que se produzcan unos anticuerpos neutralizantes que se adhieren al virus e impiden que infecte a la célula. Hasta ahora, ha resultado relativamente fácil que las vacunas contra el SARS-CoV-2 estimulen el desarrollo de esos anticuerpos neutralizantes. Estos anticuerpos tienen la capacidad de actuar en distintas variantes de un mismo virus, y podrían usarse para diseñar vacunas que actúen contra varios miembros de una misma familia de virus, como es el caso de los betacoronavirus.
Además, hasta ahora el SARS-CoV-2 no ha mostrado una fuerte capacidad para evadir la respuesta inmune y la acción de los anticuerpos neutralizantes, según explican Dennis Burton y Eric Topol, investigadores de inmunología y medicina molecular del Instituto Scripps, en un artículo de la revista Nature. Eso representa una ventaja respecto a otros virus como el de la influenza o el VIH, que tienen alta capacidad de producir variantes que les permiten escapar a la respuesta inmune. Esa es una de las razones por las que aún no se ha logrado aprobar una vacuna contra el VIH; y por la que cada año es necesario actualizar la vacuna contra la influenza.
Otra señal alentadora viene de los sobrevivientes del SARS, según explica un reciente artículo de la revista Science. En pruebas de laboratorio, se ha observado que los anticuerpos que desarrollaron estas personas pueden bloquear también la infección del SARS-CoV-2.
Con esos antecedentes, en comparación con la gripe y el VIH, desarrollar una vacuna pancoronavirus "será relativamente fácil", según dice con optimismo Barney Graham, subdirector de investigación de vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU. (NIAID), citado por Science.
Graham también estuvo involucrado en el desarrollo de la vacuna contra la covid-19 de la compañía Moderna. Hasta el momento, ninguna candidata de vacuna pancoronavirus ha sido probada en humanos. Sin embargo, "en uno o dos años vamos a tener muchos resultados", según le dice a BBC Mundo la doctora María Elena Bottazzi, codirectora de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Colegio Baylor de Medicina de Houston y codirectora del Centro para Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en Estados Unidos.
Según explica Bottazzi, hay dos caminos para fabricar una vacuna pancoronavirus. Una opción es desarrollar varias vacunas individuales, llamadas monovolantes, que actúen sobre un coronavirus específico, y luego combinar varias vacunas monovalentes para lograr una sola vacuna polivalante, que actúe sobre varios tipos de coronavirus.
La otra opción es encontrar un código genético que sea suficientemente representativo de los coronavirus, a partir del que se pueda crear una vacuna universal. Una vez se logre alguna de estas vacunas, los laboratorios y farmacéuticas deberían evaluar si las producen y las tiene almacenadas para cuando se necesiten.
Otra posibilidad es no fabricarlas completamente sino avanzar en los estudios de seguridad y eficacia y, si llega a ocurrir la amenaza de una pandemia, comenzar a fabricarlas a partir del camino que ya se tiene avanzado.
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