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Al igual que en la Tierra tenemos terremotos, en Marte ocurren “martemotos”. Así lo muestran las primeras observaciones de la misión InSight de la NASA donde se revela que el planeta rojo es sísmicamente activo. Los datos recogidos por el módulo durante estos diez meses también dan a conocer información sobre la compleja atmósfera, el campo magnético y la geología del planeta.

En conjunto, las medidas geofísicas de InSight proven información clave para comprender el interior de Marte y su evolución, lo que podría ayudar a comprender los complejos procesos que han dado forma al planeta. Los datos se presentan hoy en un conjunto de artículos publicados en Nature Geoscience y Nature Communications .

 

InSight llegó a Marte el 26 de noviembre de 2018, concretamente a la región de Elysium Planitia, con el objetivo de examinar la estructura, la composición del planeta y su estado térmico. Durante este tiempo la sonda ha conseguido, por primera vez, detectar terremotos .

El sensible sismómetro de la nave ha registrado 174 eventos sísmicos, incluidos 24 martemotos de magnitud media. Según afirman los autores en el estudio, tales movimientos se deben a orígenes tectónicos, sin observarse ninguno inducido por impactos. Por lo tanto concluyen que Marte es un planeta sísmicamente activo.

“Los descubrimientos han sido muy reveladores ya que Marte no está geológicamente muerto como algunos investigadores sugerían”, dice Jorge Pla-García, investigador en Ciencias Planetarias del Centro de Astrobiología CSIC-INTA y parte de la misión.

 

Tras evaluar los registros de InSight, el equipo de científicos ha podido comprobar que la frecuencia de los eventos sísmicos de menor intensidad es similar a los que ocurren en la Tierra. Por tanto, la actividad tectónica muestra un símil entre ambos planetas en este aspecto. No ocurre así con los terremotos más grandes: hay menos y no se han observado temblores superiores a una magnitud cuatro.

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El origen de los dos de estos eventos mayores podría señalarse a la región Cerberus Fossae. La zona, situada a unos 1.600 kilómetros al este de la ubicación de InSight, contiene fallas, flujos volcánicos y canales de salida de agua líquida, y es una región que muestra evidencia de reciente actividad volcánica y tectónica.

 

Además de con un sismómetro, la sonda también está equipada con otros sistemas de medida como cámaras o sensores para la presión atmosférica, la temperatura y el viento. Con estos otros instrumentos los científicos han podido ir más allá del objetivo principal de estudiar el interior de Marte.

Las mediciones sobre el magnetismo del planeta han mostrado un campo magnético local diez veces más fuerte de lo previsto. Según explica Pla-García, estos campos magnéticos locales se consideran “fósiles” de un campo magnético global que tuvo Marte cuando era más joven.

Además de implicaciones geológicas como pueden ser saber porqué es tan fuerte o que es lo que lo produce, el hallazgo podría servir para futuras misiones espaciales. El campo magnético resguarda de los vientos solares -partículas altamente energéticas que pueden resultar dañinas- por lo que saber qué en qué zonas se dan los de mayor intensidad es útil para proteger a los astronautas.

Por su parte, las mediciones meteorológicas han revelado una dinámica atmosférica muy rica donde se han identificado procesos a escala local, regional e incluso global. Todo ello con un muestreo sin precedentes en la historia de exploración del planeta rojo gracias a su continuidad, precisión y frecuencia.

A nivel local, se ha llevado a cabo el estudio de la turbulencia atmosférica que ayudará no solo en la comprensión del comportamiento de la atmósfera marciana, sino también a mejorar los modelos meteorológicos.

Una curiosidad del análisis a este nivel es la ausencia de remolinos. La sonda se encuentra en una zona donde se sabe que se producen muchos torbellinos conocidos como “demonios de polvo”. Los científicos no han conseguido ver ninguno.

 

“Nos tiene a todos intrigados. Vemos las bajadas de presión pero no vemos el torbellino en sí”, dice Pla-García. Parece que a pesar de este cambio en la presión del aire no se producía la inyección de polvo del suelo necesaria para poder capturarlos en imágenes. El equipo sigue elaborando hipótesis sobre el porqué de esta paradoja.

“O el suelo tiene muy poco polvo o grabamos justo en los momento en los que no pasaban por delante de la cámara. Lo que está claro es que no hay demonios de polvo”, añade el investigador.

A nivel global InSight se ha centrado en los frentes de inestabilidad. Al igual que en la Tierra, en las latitudes medias y altas del planeta se generan muchos de estos frentes en contraste con el clima tranquilo que se da en la zona del ecuador. Aquí es justo donde se encuentra InSight que aún así ha podido detectar estos frentes gracias a la alta sensibilidad en las medidas de presión.

La misión durará al menos hasta noviembre de este año. Las mediciones adicionales que pueda realizar la misión durante ese tiempo deberán basarse en los datos recogidos hasta el momento y premitirán revelar nuevos descubrimientos sobre la estructura interior y la evolución geológica de Marte, así como sobre su evolución térmica.

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