La ciencia confirma que ciertos hábitos alimenticios pueden contribuir significativamente a frenar el envejecimiento y prevenir enfermedades crónicas.
En los últimos años, el interés de la medicina y la salud pública ha virado hacia la longevidad y la calidad de vida. Dentro de este enfoque, la alimentación se consolida como un pilar fundamental para retrasar el envejecimiento y reducir el riesgo de enfermedades asociadas a la edad.
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Aunque no existe una receta mágica para vivir más, diversos estudios científicos han identificado pautas nutricionales que sí pueden influir en el bienestar a largo plazo. Así lo sostiene el divulgador científico Andrew Steele en una columna publicada por Science Focus, donde expone seis hábitos alimenticios con respaldo científico que ayudan a conservar la vitalidad con el paso del tiempo.
- Consumir compuestos naturales con propiedades antienvejecimiento
Sustancias como la espermidina (presente en soja, champiñones y queso cheddar) estimulan la autofagia, un proceso de limpieza celular vital para mantener las funciones corporales. Otros compuestos como la curcumina, la quercetina y la fisetina —provenientes de la cúrcuma, la lombarda y las fresas— pueden ayudar a eliminar células envejecidas que promueven inflamación.
- Basar la dieta en plantas y reducir carnes procesadas y azúcares
Los estudios muestran que una dieta rica en vegetales, legumbres, granos integrales y frutos secos se asocia con una mayor esperanza de vida. Por el contrario, un alto consumo de carnes rojas, productos ultraprocesados y bebidas azucaradas incrementa el riesgo de enfermedades crónicas y mortalidad prematura. - Ajustar la cantidad y tipo de proteína según la edad
Antes de los 65 años, una ingesta moderada de proteínas (alrededor de 45 gramos diarios) puede ser beneficiosa, ya que reduce niveles de IGF-1, una hormona vinculada al envejecimiento celular. Sin embargo, en personas mayores, aumentar la proteína —especialmente vegetal— favorece la masa muscular y la longevidad. - Reducir la grasa visceral
La acumulación de grasa alrededor de los órganos internos favorece la inflamación crónica y acelera el envejecimiento. Más allá del peso corporal total, lo importante es disminuir la grasa abdominal a través de una dieta equilibrada que sea sostenible a largo plazo. - Evaluar con precaución el ayuno y la restricción calórica
Aunque el ayuno intermitente y la restricción calórica han mostrado efectos positivos en animales, su impacto en humanos aún es incierto. Si bien pueden mejorar algunos biomarcadores, también presentan efectos adversos como pérdida de masa muscular y sensación de fatiga, lo que dificulta su adherencia prolongada. - No confiar ciegamente en suplementos o fármacos antienvejecimiento
A pesar de la popularidad de productos como la rapamicina o la semaglutida, no existe evidencia concluyente de que alguno de ellos prolongue la vida humana. En cambio, una alimentación balanceada sigue siendo la opción más segura y eficaz.
En definitiva, aunque la ciencia aún no ha encontrado una cura para el envejecimiento, la adopción de patrones alimentarios saludables puede mejorar sustancialmente la calidad de vida. Priorizar los vegetales, evitar los ultraprocesados y mantener un equilibrio nutricional continúan siendo las recomendaciones más sólidas para envejecer con salud.
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