“Hace mucho tiempo, una gran parte de Lopburi era bosque, así que estamos quitándoles la tierra a los monos”, dijo Itiphat.
Él, un hotelero de tercera generación, ha cedido el último piso a los monos, quienes lo han destruido con el entusiasmo que lo harían borrachos en una fiesta, al romper tablas de madera y triturar metal corrugado.
Una cerca electrificada protege la planta baja del hotel. Sin embargo, incluso antes de la llegada del coronavirus, los visitantes, muchos de los cuales eran personas en viajes de negocios, fueron ahuyentadas por los monos merodeadores, dijo Itiphat. Su hotel apenas subsiste.
“El equilibrio entre humanos y monos se acabó”, dijo. “Afecta al negocio”.
Fuente: The New York Times - Infobae