Gracais papá por creer en mí
Probablemente la escultora impresionista de finales del siglo XIX Camille Claudel os sea una auténtica desconocida ¡mejor! Así estaréis más atentos. Otra de las tantas mujeres que sufrieron en vida el estar a la sombra de un gran coloso. En su caso ese coloso era un tal Auguste Roudin ¡casi nada! su maestro y su amante del que tuvo un hijo que abortó. A pesar de que la familia de Claudel estuvo en contra de su inclinación artística, excepto su padre, ella se dedicó a lo que más le gustaba, la escultura.
Sentimentalmente unida a Rodin y considerada por el propio escultor como su musa le sirve de fuente de inspiración para obras como La Danaïde o Fugit Amor. Colaboró con él en la realización de las figuras de la monumental La puerta del Infierno. Sin embargo, la obra de la autora, a pesar de ser muy cercana a la de su maestro, tiene su toque personal y femenino, sin ser nunca considerada una copia. Claudel quien sufría constantes crisis nerviosas fue internada en un manicomio en 1913 de dónde nunca más volvió a salir hasta su muerte en 1943.