Lionel Scaloni: Argentina 2022
Scaloni es un exfutbolista y entrenador argentino. Desde el 2018 dirige la selección argentina. Como futbolista se desempeñaba como lateral derecho o centrocampista. Como entrenador es reconocido por ganar varios títulos con Argentina, entre ellos el Mundial de Catar 2022 y la Copa América 2021.
Además, logró el tercer puesto en la Copa América 2019 y el mayor invicto en la historia del seleccionado argentino (36 partidos).
Se formó futbolísticamente en Newell's Old Boys. Luego fue transferido a Estudiantes de La Plata en la temporada 1996-97. En 1998, fue fichado por el Deportivo de La Coruña de España. Allí, Scaloni formó parte de la época dorada del club; en el denominado Superdepor, se consagraron campeones de la Primera División por única vez en su historia, y de la Supercopa de España durante la temporada 1999-00, y luego de la Copa del Rey y la Supercopa en la 2001-02.
Tras 8 temporadas y 300 partidos disputados, en donde llegó a convertirse en ídolo y capitán del equipo, Scaloni abandonó La Coruña para jugar en el West Ham de la Premier League de Inglaterra por seis meses, y luego tuvo pequeños pasos por el Racing de Santander, la Lazio y el Mallorca, para retirarse en el Atalanta durante la temporada 2014-15.
Fue seleccionado argentino tanto para la categoría Sub-20, como para mayores. En la primera fue campeón de la Copa Mundial de 1997, disputada en Malasia, mientras que en mayores solamente jugó la Copa Mundial de 2006, disputada en Alemania.
De esta manera, Scaloni es el primer entrenador de fútbol que, habiendo sido campeón del mundo como jugador de la Copa Mundial Sub-20, obtuvo como entrenador la Copa Mundial FIFA de selecciones mayores.
El 29 de noviembre, Scaloni fue ratificado como el director técnico definitivo de la selección argentina por el presidente de AFA, Claudio Tapia, quien lo confirmó en el mando de la mayor hasta la Copa América 2019, con una opción de extensión de contrato hacia la Copa América 2021 de conseguir buenos resultados en la edición 2019.
En el Mundial de Qatar tocó la gloria con el título.
"Más que decir que el Mundial lo gana el que defiende bien, yo diría que lo gana el que es inteligente. Hay que saber cuándo atacar y cuándo defender"
Lionel Scaloni tenía la fórmula. Aquella frase que lanzó en los días previos al inicio del Mundial terminó convirtiéndose en la receta de la Selección Argentina para levantar la Copa del Mundo. Porque la Scaloneta fue justamente eso. Un equipo inteligente, que supo cuándo atacar y cuándo defender. Y si a eso se le suma este Lionel Messi estelar, el mejor Messi de todos los Messi que vimos a lo largo de su carrera, el éxito en Qatar no sorprende más allá de una final tan épica como infartante que dejó en suspenso la consagración hasta último momento.
Argentina, salvo en el debut ante Arabia Saudita en el que cambió su estilo de juego ante la estrategia que planteó el rival, fue un equipo que mantuvo la identidad que lo caracterizó durante gran parte del ciclo Scaloni. Una Selección sólida atrás, con mucho juego en el medio y contundente adelante. Una Selección que respetó la esencia histórica del fútbol argentino. La del juego asociado, la de buscar juntar a los buenos. Un equipo lleno de N°10 (Messi, De Paul, Mac Allister, Enzo Fernández, Papu Gómez, Paredes y eso que faltó Lo Celso) cumpliendo distintos roles para poder adaptarse a las necesidades tácticas y estratégicas para cada partido. Un equipo que hizo apología del ataque funcional en lugar del juego posicional que dominó al mundo en los últimos 10 años post Barcelona de Guardiola. Donde los jugadores se ordenan alrededor de la pelota y no a través de la ocupación racional de los espacios. Sin extremos fijando a laterales, con el juego interno como prioridad y con las bandas libres para la proyección de los laterales, Argentina mostró otra manera de jugar. Y de ganar.
A lo largo del Mundial, la Selección exhibió una de sus principales virtudes: la adaptación al contexto. Scaloni mostró su costado más pragmático y no se casó con ningún esquema ni con ningún futbolista (todos los jugadores de campo sumaron minutos). Ya en el primer partido se notó ese pragmatismo. Frente a una Arabia que paró muy alta a su última línea, casi a la altura del círculo central, optó por abandonar el juego elaborado y apostar por el ataque directo, con envíos largos a campo rival. El problema fue que el equipo quedó partido al medio, sin poder asociarse porque los lanzadores quedaban lejos de los receptores, y ahí cobró protagonismo el VAR. Si bien se generaron varias chances por esa vía, Argentina cayó en la trampa y estableció un récord de offsides.
En la final, Scaloni hizo en la previa su mejor jugada en todo el Mundial: Di María de titular pero como extremo izquierdo, para jugar uno contra uno con Kounde, el central improvisado como lateral. Hasta el minuto 78, la ejecución del plan era perfecta. Argentina dominaba con la pelota pero también cuando no la tenía gracias a un gran trabajo de presión colectiva. Vale destacar, en esa faceta, a Julián Álvarez. El delantero que siempre fue el primer defensor para estorbar la salida clara de los rivales.
Todo parecía estar bajo control pero esto es fútbol y enfrente estaba Mbappé. Francia lo empató y llevó el partido no sólo al alargue sino también a los penales.
La ansiada consagración fue un acto de justicia por lo visto en los siete partidos disputados en el Mundial. Más allá de la influencia de Messi, esta Selección cumplió con el vaticinio del DT. Fue un equipo inteligente, que supo cuándo atacar y cuándo defender.
Fuente: es.coachesvoice