Luego un 2020 muy complicado, la nueva temporada del ciclismo comenzó este 2021 con carreras espectaculares y ofrece un elenco de jóvenes estrellas que prometen emociones.
El Diario El Confidencial de España presentó un artículo en referencia a lo que nos espera en el mundo de los pedales para este año.
Aquí la nota
La cosa es que se venía avisando. Sí. Desde hace unos inviernos. Igual el problema era ese, oigan. Que pasaba en invierno, y en invierno todos estamos un poco amodorrados y nos da pereza salir a entrenar porque hace frío, y a finales de diciembre tenemos un montón de días con jaquecas, dolor de estómago, sed, malestar general y lo que, resumiendo, podríamos llamar resaca. Vamos, que prestamos poca atención. Unos tipos llenos de barro dando vueltas a circuitos. Circuitos de esos donde tu padre podría plantar patatas, sí, mira qué tierra más oscura, esto es buenísimo, déjame ir a por el arado jocón y en un par de semanas lo tenemos hecho. Ciclocrós, le dicen, y es algo que en España tradicionalmente... como que no.
En fin, un poco sí, pero en general no. Carreras tradicionales en el norte, sobre todo, algunas con estatus de fiesta y verbena, que es cosa muy de aquí. Pero nada que ver con el otro norte. El norte al norte del norte. Flandes, Valonia, los Países Bajos. Allí... locura. Multitudes atestando horquillas que se toman mientras arrancas tapines casi negros. Cerveza. Mucha cerveza. Demasiada cerveza. Y dos tipos que empiezan a jugarse los títulos (ahora tú, esta vez yo) sin oposición. Haciendo cosas de esas que los viejos (arrugas, un poco calvitos, pelos gruesos saliendo de las orejas) dicen no haber visto antes.
Bueno, está bien. Interesante, pero meh. Disciplina menor, contaban muchos listos. Tantos. Si juegas en divisiones infantiles pues normal que hagas virguerías. Que se vengan con los machotes y les pondremos en su sitio, hostias ya. Tanto ataque y tanta leche. Aquí lo que da éxitos es ir guardando, a rueda, come, bebe, mira mucho el potenciómetro, no vaya a ser que te saltes un par de vatios y acabes petando malamente a 200 metros de la llegada, que eso es peligrosísimo, que hay que medirlo todo. Mentecato. Igual les suena el tono. Trenecito chucuchú. Aplausos finales. Qué valiente, qué duro es todo. Y tanto. Qué duro, macho. Aceptaron el reto, porque no parecen ser de los que se arrugan. Cada uno a su manera, claro, que tienen estilos (casi) opuestos. En fin, expectación, pero nada más. A ver, allí, el gordito con camiseta de Anquetil... ¿recuerda usted algún corredor de ciclocrós que haya triunfado plenamente en ruta? Pues hombre, así de memoria... Pascal Richard, ¿no? Y de Vlaeminck, Roger de Vlaeminck, que ganó un mundial en barro y bastantes cosas sobre asfalto. Tipo 'cool', patillas, maillot de Brooklyn, un golferas grande. Y más allá... pues Jean Robic, que era feo, y siempre parecía ir muriéndose y se inclinaba sobre la bici como si fuera, no sé, un implicado en la Operación Puerto. Pero oiga, le reconozco que son cosas antiguas. Veremos qué tal salen estos. Veremos.
La explosión de Wout van Aert
El primero que destaca es Wout van Aert. Al menos en las imágenes simbólicas, vaya. Aquellas eses subiendo hasta la Piazza del Campo, en Siena. Que no tengo desarrollo, que no se me giran las piernas. Al final acaba cayendo y tiene que subir unos metros con la bici del ramal, como hacen los escritores especializados en ciclismo cuando afrontan el último kilómetro de Peña Cabarga (por poner un ejemplo aleatorio). Impactante. Buena forma de llamar la atención, de posar ojos. Volvió para vengarse. 'OK', carrera por sirgas, parece elemento propicio para quien pedaleó tanto tiempo sobre caminos sin asfaltar, no hagamos lo que decía el Señor Lobo.
Pero hubo más. Esprint poderoso en la via Roma de San Remo. Luego victorias aquí y allá. Cronos. En el Tour hasta se dio el lujo de dominar cuestas y hacer un 'top' veinte después de trabajar casi a diario para amarrar algo que no estaba amarrado del todo... “A mí de los dos el que más me gusta es Van Aert”, dice Marino Lejarreta, corredor en los 80, todo un icono de sonrisa tímida y perfil aguileño. “Porque es muy duro, es constante, trabajador, nunca se queja de nada. Gregario de lujo, líder de lujo. Igual en agonías largas es mejor que el holandés, aunque si dejas a este recuperar el aliento durante 10 segundos vuelve al máximo de sus posibilidades. A Van Aert lo veo incluso para competir vueltas largas, aunque no creo que nunca pueda con el Tour. Puede ser un ciclista tipo Jalabert, sí...”.
El medio tubular de Van der Poel
El otro asomó más tarde. Aunque pudo meter el aldabonazo antes, ojo. En Yorkshire. Un mundial, nada menos. Allí ataca a la altura de Parla, por la M-408, y hace el movimiento definitivo. Aquel día salió rana, porque faltando unos 20 kilómetros a meta hasta casi dejó de pedalear. Un melocotón como los que pillaba usted los sábados, no, no finja que no sabe de lo que hablo. Vamos, que agua (agua hubo un montón en Yorkshire, se lo prometo). Pero otras veces funciona. En Amstel Gold Race. Etapas aquí y allá. Brabanzona. Y, por supuesto, momento clave. Máxima expresión. Aquel esprint a dos que pudieron ser tres. Van Aert que espera y espera, Van der Poel que sale como un bólido. Medio tubular. Licencia poética, que ahora los tubulares son tan finos... De Ronde van Vlaanderen (si usted sabe quién era Ángel María de Pablos lo conocerá como Tour de Flandes). Frente al gran rival. Un alivio, porque estaban saliendo las cosas un pelín torcidas hasta entonces. Digamos que de esa forma se afirma uno con su manera de entender el ciclismo. Sigamos tirando por sensaciones, sigamos entrando en aventuras que arrancan sonrisas de condescendencia entre quienes no supieron verlo venir y ahora se quedan encastrados en el no. Qué difícil debe ser odiar a depende qué personas, amigos.
Los dos son diferentes. Van Aert parece un tractor. O, mejor aun, ese camión que pones con el limitador de velocidad a ritmo constante y el bicho te lo lleva cuesta arriba, cuesta abajo o cruzando un río. Si sus jefazos en Jumbo-Visma se lo piden, no descarten ustedes que separe las aguas del Mar Rojo con pistonadas de desarrollo imposible. Van der Poel, por el contrario, pareciera que va más por inspiración, a golpes de genio. El otro día, en Tirreno, dijo que había atacado a 50 kilómetros de meta “porque hacía frío”. En fin, que yo no me lo creo (no será esa la única causa, vaya), pero te habla mucho del personaje y su idiosincrasia. La que se piensa, la que han creado a su alrededor, la que termina por hacerle esclavo (deliciosamente esclavo) de un “cada vez más difícil, cada vez más lejos”. ¿Tendría un número mayor de victorias si afrontase las carreras con otra mentalidad? Vaya usted a saber, porque así gana ya mucho. El caso es que a veces las biografías no se escriben solo tirando de datos fríos, porque eso a la larga termina con el ciclismo (y te acaba creando textos que son un auténtico coñazo).
“Yo también creo que son distintos”, nos cuenta Álvaro Pino, que ganó una Vuelta a España a Robert Millar (eran las costumbres de aquí a mediados de los 80), fue director y sabe de qué van estos asuntos. “Van der Poel es más rápido, más espectacular, pero creo que tiene menos regularidad que Van Aert. Mira lo de Harrogate, o lo del otro día en Tirreno, que casi ni llega. El belga me parece más completo, adaptado para rondas por etapas. Eso sí, ambos tienen que crecer aún, así que es difícil hacer previsiones...”.
"Un aire a Sean Kelly"
Le pido una comparativa con ciclistas del pasado. Lo piensa un poco. “Igual Van Aert podría tener un aire a Kelly. Y Van der Poel me recuerda, por su clase y solo por su clase, a Frank Vandenbroucke. Pero este tiene más cabeza y, por ello, tendrá más recorrido”. Y tú, ¿qué piensas sobre esto del ciclocrós? ¿Crees que es recomendable, que podría ayudar a los pros? ¿O estos muchachos son excepciones? “A mí me encanta el ciclocrós, de hecho yo hacía mucho, y aun hubiera sido más de haber sido por mí. No es que te lo prohibiesen, pero por asuntos de lesiones y caídas se desaconsejaba. Pero yo de 'amateur' hacía toda la temporada de invierno, porque era ideal para comenzar luego la ruta, una preparación de base buenísima. Es un esfuerzo intenso, hasta donde tú quieras llevarlo, claro. Pero al ser tan corto no supone desgaste excesivo de cara a los grandes objetivos que puedas tener en la temporada. Y técnicamente ganas muchísimo, con lo importante que es eso. Yo a los chavales se lo sugería, pero no terminaban de animarse...”. “Al final es que no tienes tiempo para todo”, sigue Marino. “A mí me invitaban a alguna carrera y yo iba, pero nada más. La cosa es que estos dos, Van Aert y Van der Poel, han nacido en las latitudes que han nacido y a ellos les aporta mucho. Incluso en lo económico, que estarán a niveles muy altos. Yo creo que cuantas más disciplinas haga el ciclista mejor, porque ganas en detalles. Mira la época de Merckx, que corrían muchas competiciones de Seis Días en pista”.
Lo mejor es que no son solo ellos. Servidor tiene ya canas (me quedan genial, ¿eh?) y vivió una época en la que los principios de temporada eran... pues eso. Simpáticos. Graciosos. Amigos de sus amigos. Vamos, que aquí las habichuelas se las jugaban entre segundos espadas. O terceros. Y luego te llegaba el asunto distorsionado. Oye, yo creo que este año para el Giro llega fuerte Della Santa, sí, sí, es mi apuesta. Cosas así, de las que te restan credibilidad en la grupetta. Seguro que me entienden. Y ahora no. Las carreras andan repartidas entre nombres “grandes”. Hasta hay un chavalín esloveno (en Eslovenia se les quedó encendida la máquina de hacer ciclistas y no saben cómo pararla) que lo mismo te cepilla la Grande Boucle en una crono que conquista carreruchas en sitios de Oriente Medio de esos que siempre confundes (no me miren así, hay un montón de emiratos, principados, ciudades-estado y demás), o se entrampa con batallas de lejos por Italia. Se llama Tadej Pogačar (esa 'č' representa una consonante africada postalveolar sorda, como ustedes bien saben, y Wikipedia confirma) y el tipo parece no tener techo. Ganó en París más joven que nadie antes en... bueno, en siglo y pico. Y el otro, el único pipiolo que le supera en esto, se aprovechó de una descalificación de los cuatro primeros en la general (sanción a todas luces excesiva, pues solo habían cometido la pequeña infracción de hacer una etapa en tren... ya ven, el positivismo estricto nos lleva a soluciones contrarias a la razón).
Pogačar, Roglic y Bernal
Vamos, credenciales de primera. “Pogačar es ahora mismo dominador, junto con Roglič”, sigue Pino. “Y ojalá se recupere Bernal, porque todo apunta a que donde coincidan los tres podrán repartirse las victorias y tendremos grandes batallas. Pero, a día de hoy, Pogačar tiene un puntito más. Hasta me atrevería a acercarlo, salvando las distancias, a Hinault, por agresividad y espíritu combativo. Eso sí, el francés tenía un punto más de locura, cuando se le cruzaba el cable le teníamos pánico”. Y ahí lo tienen al esloveno, cascándose con los vanes, con Alaphilippe. Igual que Egan Bernal, que también logró su Tour siendo insultantemente joven, solo que aquello fue en 2019, y entre medias han pasado tantas cosas (pandemia, elecciones americanas y elecciones en Madrid, a juzgar por los papeles) que ya ni nos acordamos. En pocas palabras, que se atacan todos con fiereza inusitada. O no inusitada, vaya (seguro que Bahamontes dice que esto es ciclismo controlado, que menudos flojos, que si él volviese se iban a enterar), pero sí al menos no vista en bastante tiempo. Y, oigan, eso ilusiona, para qué vamos a decirles lo contrario.
“Sí que es una buena época, sí”, dice Lejarreta. “La cosa empezó con las Clásicas belgas, que se corren de una forma muy particular, con más espectáculo. Y esa manera de ver el ciclismo se transmite al pelotón en general”. Pino coincide. “Están dando un punto de agresividad grande. Es un poco sorprendente en corredores como Pogačar, Roglič y hasta Bernal, tan lejos de sus objetivos. Hasta ahora no era tan habitual”. Y deja caer también un palito, que aquí tenemos para todos. “Me sorprende también el bajo rendimiento de algunos ciclistas españoles. En concreto los del equipo Movistar. Es que ni se les ve. Es llamativo que no tengan al menos a uno de sus líderes planificado para estar a tope en estos inicios de temporada. Máxime sabiendo que, a día de hoy, no son hombres para ganar una Gran Vuelta. Yo preferiría sacrificar un sexto o séptimo puesto en el Tour y destacar ahora. Y, claro, no se lo vamos a pedir todo a Valverde... Movistar tiene un equipo medianamente fuerte y creo que podrían hacer algo más”. Yo ni quito ni pongo, ojo.
Y ¿por qué? ¿Qué causas hay para esto? Lejarreta piensa que es algo cronológico. Vamos, que son chavales jóvenes, y a los chavales jóvenes hay que dejarlos que camelen a su manera, como decía El Fary (sin segundas intenciones respecto a la canción original, aclaro). “Los protagonistas tienen pocos años, y son muy impulsivos, sin miedo a perder. Me sorprende gratamente y es todo un espectáculo, cosa impensable hasta hace poco, porque siempre buscábamos excusas. Que si los pinganillos, que si los directores, que si tal, que si cual. Si hay valentía pasan cosas. Y así todos se retroalimentan entre sí. Aunque hay una cosa que pienso... Al haber pasado y destacar desde una edad tan tierna creo que su carrera va a ser más corta, pero eso es solo mi opinión”. Pino apunta también otro dato. “Ahora está todo mucho más medido, hay más parámetros para controlarse, más medios. Antes trabajábamos todos por sensaciones...”. Así que prepárense. Salgan a entrenar por la mañana (tampoco mucho, que luego tienen calambres en el sofá y no pueden aguantarme sentados), coman su platito de pasta y pónganse a ver cualquier carrera (si no hay trenecitos mejor, claro). Casi seguro que aciertan. Qué de cosas bonitas están por venir, amigos...
Fuente: Diario El Confidencial España