El presidente del COI, Thomas Bach, y el primer ministro nipón, Abe Shinzo, lo han acordado de tal modo en una reunión vía telemática celebrada este martes con todos los agentes implicados. Una noticia avanzada por la televisión japonesa NHK que poco después han complementado los organizadores con el comunicado oficial en el que lamentaban el cambio de fecha.
Tanto Bach como Shinzo han expresado “su preocupación compartida” por la pandemia mundial del COVID-19 que ya ha afectado a más de 375.000 personas en el mundo y que continúa propagándose sin freno, así como el “impacto” que está teniendo en “la vida de las personas” y en la “preparación” de los 11.000 atletas de 206 países que tenían previsto competir este verano. “Es la mejor manera de preservar su salud y la de toda la gente involucrada en los Juegos Olímpicos”.
La presión ejercida por países de peso como Estados Unidos, Australia o Canadá ha puesto fin a la obstinación de Bach, quien había dado un plazo de cuatro semanas para tomar una decisión. Sin embargo, la propagación del coronavirus todo lo precipita y el COI ha dado su brazo a torcer. Sólo quería posponer Tokio 2020 unos meses para minimizar las graves consecuencias económicas ineludibles que habrá por el aplazamiento.
La llama olímpica permanecerá en la capital japonesa para “convertirse en la luz al final del túnel”. También se mantendrán la nomenclatura de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020.
Es la cuarta vez en la historia que se suspenden las Olimpiadas, si bien en este caso se celebrarán, a diferencia de lo que sucedió en las ediciones de 1916, 1940 y 1944, canceladas por la Primera y Segunda Guerra Mundial. Curiosamente la de 1940 también afectó a Tokio, más tarde organizadora de los Juegos de 1964.
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