El Diario el Espectador, uno de los más importantes de Colombia, resaltó el trabajo de Pinto en una de sus notas.
"Cinco partidos le bastaron al santandereano para convertirse en el técnico colombiano más exitoso en un Mundial de Fútbol", dice la publicación.
"Su sueño de dirigir un Mundial, ese por el que había trabajado casi 30 de sus 61 años de vida, pintaba más como una pesadilla, pero el fútbol lo premió", agrega la nota.
Pinto ya había estado anteriormente en dos procesos eliminatorios. Con Costa Rica para Alemania 2006 y con Colombia para Sudáfrica 2010.
Jorge Luis Pinto, todo un orgullo
Por: Luis Guillermo Ordóñez
Fue él, con su testarudez, el único que creyó que se podía. Después del sorteo, en diciembre pasado en Costa do Sauipe, todos vaticinamos que Costa Rica se iría del Mundial en primera ronda, sin puntos.
Ubicado en el grupo D, el de la muerte, al lado de tres campeones, Uruguay, Italia e Inglaterra, no tenía chances. Bueno, los optimistas animados por el patriotismo aseguraban que tal vez el equipo que dirige el santandereano Jorge Luis Pinto le sacaba un empate a alguno y de paso le hacía el daño.
Su sueño de dirigir un Mundial, ese por el que había trabajado casi 30 de sus 61 años de vida, pintaba más como una pesadilla, pero el fútbol lo premió. Llegó después de Francisco Pacho Maturana, Hernán Darío Bolillo Gómez, Luis Fernando Suárez y Reinaldo Rueda, pero, con un Mundial menos que ellos, que han dirigido dos cada uno, los superó. Hizo nueve puntos en cinco juegos y se fue invicto.
Invicto y con un saldo envidiable para cualquier entrenador. Le ganó a Uruguay e Italia. Empató contra Inglaterra, Grecia y Holanda. Sumó ante tres campeones mundiales y dos europeos.
Y el juego del equipo fue fiel reflejo suyo: disciplinado, táctico, ordenado, trabajador. Si hubiera tenido un par de jugadores más temperamentales, gritones y de esos que discuten todo con los árbitros, habría sido su radiografía perfecta.
En Brasil, terminó abrazado con Arjen Robben y felicitado por Louis Van Gaal, uno de los sabios de la táctica moderna, a quien puso en aprietos en una batalla en la que evidentemente tenía muchísimo menos armamento que el holandés.
Hoy el mundo entero, ese que habla maravillas del fútbol de la selección de Colombia, la que recuperó el prestigio y la imagen que tenía en los años 90, también habla de Jorge Luis Pinto el estratega, el trabajador incansable y obsesivo, el hombre que dio cátedra de fútbol en uno de los países en los que se formó, Brasil.
Sus palabras al final fueron tan acertadas como sus planteamientos: “Estamos golpeados, pero contentos. Competimos de tú a tú, nos vamos invictos y con reconocimiento. Hemos dejado una imagen digna, correcta y agradable del fútbol costarricense. Nos falta algo, pero lo tendremos algún día”.
Pinto no se equivocó ni siquiera en sus palabras, como lo ha hecho otras veces. Medido, sincero y claro, admitió que su equipo interpretó a la perfección sus planes y los ejecutó con valentía. Con humildad les dio todo el crédito a sus jugadores, aunque muy en el fondo sabe que fue él el gran artífice de la hazaña tica en Brasil: “Estoy orgulloso de estos muchachos, como lo está todo el país. Por encima del fútbol están el sentimiento y la actitud, y lo que hicieron en ese sentido fue maravilloso”.
Eso es verdad, pero también quedó claro que con otro director, esa orquesta no habría tocado tan bien. Sus constantes indicaciones, sus gritos, su ánimo y hasta sus pataletas contra los árbitros son parte del estilo que lo llevó a ser una de las figuras del Mundial y, a su Costa Rica, a convertirse en la gran revelación.