Los últimos meses pasarán a la historia del deporte italiano como los más prolíficos. Por un lado campeones de fútbol en la Eurocopa y luego en los Juegos Olímpicos registraron su mejor participación hasta el momento con 40 medallas en total: 10 de oro, 10 de plata y 20 de bronce. Detrás de esos logros hay una fórmula que resultó ser muy eficiente.
Italia fue sin duda una muy agradable sorpresa. En Tokio 2020 han superado todos los registros históricos. Atrás dejaron su récord en cuanto a medallas de Los Ángeles 1932 y Roma 1960. En Japón han sumado tres oros menos que en Roma, pero en el global son 4 medallas más.
El salto cualitativo llegó a través del atletismo donde Marcell Jacobs consiguió convertirse en el rey de la velocidad. En esa tarde mágica, Gianmarco Tamberi había logrado una hora antes el oro en saltos de altura.
En Río 2016 no pudieron sacar ninguna presea en el tartán, a pesar de sumar 28 medallas en el global, y en Japón han sido cinco: a las de Jacobs, Tamberi y el 4×100 se unieron después las de Massimo Stano y Antonella Palmisiano en la marcha.
Enrique Julián Gómez, periodista de Sphera Sports, publicó este pasado fin de semana un hilo en Twitter que ha destapado la fórmula del éxito Italiano.
De los 383 atletas italianos que compitieron en Tokio 2020, 270 son militares o policías (72 de ellos de Polizia, 48 de Finanza, 47 del Esercito, 38 de Carabinieri, 30 de Aeronáutica, 20 de Penitenziaria, 14 de la Marina y uno de Vigili del Fuoco), lo que equivale a un 70%. De los grupos mencionados 4 forman parte de las Fuerzas Armadas, 3 de la Policía y uno de los Bomberos.
Para acceder a este tipo de cuerpos, los atletas deben superar unas oposiciones de carácter público; y que son específicas para hombres y mujeres deportistas de entre 17 y 34 años. Las pruebas además de físicas, son teóricas, y para poder ser considerado para ellas, se deben presentar méritos deportivos previos a nivel nacional.
Los atletas que acceden a estos cuerpos militares, no ejercen la profesión militar como tal, aunque están obligados a superar los entrenamientos e instrucciones de cada sección, según cuál sea su cuerpo. El Estado les paga un sueldo fijo para que los deportistas se puedan volcar por completo a entrenar y competir.
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