El que para muchos es el mejor tenista de la historia, Roger Federer, ha cumplido 40 años. Como en otros deportes, no es normal ver a un atleta mantenerse activo en el alto nivel a esa edad. Aunque el suizo ha dosificado el número de partidos que disputa por año, el inexorable paso del tiempo le empieza a pasar factura.
Hay que viajar a los tiempos de Jimmy Connors, quien, ya maltrecho por su problemas de espalda, se plantó a los 39 en las semifinales del Abierto de Estados Unidos de 1991.
O, aun más atrás, de Ken Rosewall, que alcanzó la final en Nueva York con 39 años y 310 días, en 1974, para encontrar jugadores capaces de mantener su vigencia a una edad cercana a la que cumple este domingo Federer.
Connors y Rosewall conquistaron ocho títulos del Grand Slam. Federer se ha detenido en 20.
Podrá decirse, y es cierto, que el jugador de Basilea ha iniciado un declive que parece irremediable, como insinuó con su eliminación en los cuartos de final de Wimbledon ante el polaco Hubert Hurkacz.
Pero lo cierto es que aún es el número 9 del mundo y, tras renunciar a los Juegos Olímpicos por sus recurrentes problemas de rodilla, tiene previsto disputar a partir del 27 de agosto su vigésimo Abierto de Estados Unidos, torneo que ha ganado en cinco ocasiones, la más reciente en 2008.
Todo empieza a parecer pasado en el poseedor de 20 gramd slams, los mismos que Rafael Nadal, 35 años, y Novak Djokovic, 34, cuya autoridad le nomina como el mejor situado para desequilibrar el apasionante litigio y lograr, además, conquistar los cuatro grandes en una misma temporada, algo que sólo han suscrito Donald Budge y Rod Laver, éste en dos ocasiones.
Federer ingresa en los 40 después de una temporada en la que sólo ha ganado nueve de los 13 partidos que ha podido disputar. Mientras medita sobre su incierto e inevitablemente corto porvenir, la efemérides invita a glosar un legado colosal, iniciado en 2003 con el primero de sus ocho títulos de Wimbledon.
"Creo que mi estilo es muy relajado y probablemente bonito de ver para algunas personas, especialmente para la vieja generación, como Manolo Santana, por ejemplo. Tal vez se sienten más reflejados en mí que en otros jugadores con revés a dos manos y otra forma de jugar. Esa es la razón por la que creo que tengo un gran apoyo de los aficionados, tanto de la gente de la calle como de las leyendas. Por eso poseo una buena imagen", comentaba hace unos años en una entrevista con el diario El Mundo.
Tal vez ni el propio Federer sepa cuándo y cómo tomará la puerta de salida. La única certeza es que su adiós dejará un vacío irreemplazable, más allá de cómo se haya terminado de repartir el botín en las alturas cuando el destino ponga fin a una melodía que sonará eternamente como ninguna otra en la memoria colectiva.
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