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La exnadadora costarricense Marcela Cuesta, una de las deportistas más destacadas del país en la década de los 80, decidió hablar públicamente sobre los abusos que asegura haber sufrido del entrenador Francisco Rivas Espinoza.

Ella dio declaraciones al diario La Teja .

El actualmente se encuentra suspendido por la Unidad de Integridad Acuática (AQIU), ente adscrito a World Aquatics, mientras se desarrolla una investigación por presunto acoso y agresión a atletas.

“Nunca le tuve miedo, esa fue mi desgracia”

Cuesta, hoy con 53 años, recordó que fue víctima de agresiones físicas y psicológicas desde muy joven, y que decidió romper el silencio no solo por ella, sino por todas las personas que aún no pueden hablar.

“Sé que cada uno lleva su proceso, algunos no quieren hablar porque sienten que no pueden, pero si yo tengo que seguir adelante por todos, pues yo sigo adelante, a mí no me importa. Yo sí estoy preparada, porque si yo con 16 años nunca le tuve miedo, menos lo voy a tener ahora. Es que yo nunca le tuve miedo a él. Al contrario, el no tenerle miedo fue mi desgracia”, comentó.

La muerte de su padre, hace tres años, fue un punto decisivo para dar a conocer su historia.

“Mis papás siempre estuvieron muy pendientes de mí, y como yo le hacía caso a mi papá, él (Rivas) quería romper esa relación con él, pero mi papá siempre me defendió”, relató.

Recordó también que durante los Juegos Centroamericanos de 1986, Rivas les prohibió competir porque no fue designado entrenador jefe.

“Mi papá me dijo que no le importaba lo que Francisco dijera, que yo debía representar al país. Cuando regresé, nadie me hablaba, todos me veían como una traidora, porque él puso a la gente en mi contra”, recordó con tristeza.

Una carrera brillante que prefirió ocultar

Durante años, Marcela Cuesta se mantuvo alejada de la natación y ocultó su pasado como atleta debido a las secuelas emocionales que le dejaron esos años.

“Hay mucha gente que me conoce y no sabe esa parte de mí, y cuando se dan cuenta se sorprenden. Por años lo oculté, pero decidí no hacerlo más porque las nuevas generaciones deben tener un lugar seguro para hacer deporte”, afirmó.

Marcela fue una figura excepcional en la natación costarricense:

• En 1986, con apenas 14 años, ganó 10 medallas (7 de oro y 3 de plata) en los Juegos Centroamericanos en Guatemala.

• Ese mismo año obtuvo 2 oros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en República Dominicana.

• En 1987, consiguió una plata y dos bronces en los Juegos Panamericanos de Indianápolis.

• En 1988, representó a Costa Rica en los Juegos Olímpicos de Seúl, participando en relevos 4x100 libre y combinado.

Hoy forma parte de la Galería Nacional del Deporte.

“Me callaron cuando intenté hablar”

Cuesta relató que su decisión de hacer pública la denuncia surgió en una sesión con su psicólogo:

“Estaba en terapia y me habló de temas muy delicados. Ese día le dije: ‘No más, no me voy a quedar más callada. Estoy cansada de que aquí todo el mundo se queda callado y él lo que hizo fue separarnos entre todas’. Soy una roca de 53 años y sigo llorando como una chiquita de 10. Cuando intenté hablar, me callaron”.

Recordó también el rechazo que recibió cuando trató de denunciar el caso a un periodista reconocido:

“Un periodista de mucho renombre me sacó de su oficina. Me dijo que yo era una malagradecida, que lo que había hecho fue gracias a él. Pero perdón, yo era la que me metía a la piscina, yo era la que entrenaba”.

Agresiones físicas y psicológicas

Marcela Cuesta también habló de los distintos tipos de maltrato que habría sufrido:

“Siempre estaba el tema de la chancleta, me pegaba con una varilla y me dejaba el cuerpo marcado. Me daba coscos de esos que lo dejan a uno viendo estrellitas”.

Sobre el intento de abuso sexual, relató:

“Cuando tenía unos ocho años, él estaba masajeándome y cuando intentó tocarme, yo me quité y le dije: ‘No me toque’. Desde ahí nunca más lo volvió a intentar. Creo que le tenía miedo a mi papá”.

“Depredadores hay en todos los deportes”

La exnadadora confirmó que existe una causa penal abierta contra Francisco Rivas y que su caso ha motivado a atletas de otras disciplinas a compartir experiencias similares.

“Cuando hicimos esto público, se nos dijo que queríamos plata, pero no es eso. Queremos marcar un antes y un después en este país. Los atletas merecen un lugar seguro para hacer deporte. Depredadores hay en todos los deportes, pero en este país están a la libre”, denunció.

“Si un muchacho dice que se le está acosando o agrediendo, deben existir mecanismos para protegerlo. Una cosa es la disciplina y otra muy distinta la agresión”, concluyó.

Marcela Cuesta vuelve a levantar la voz —con la misma fuerza con la que alguna vez rompió récords en la piscina— para exigir justicia, respeto y seguridad para los deportistas costarricenses.

Su testimonio no solo expone heridas del pasado, sino que también abre la posibilidad de un cambio profundo en la cultura deportiva nacional.

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