El sueño de Miguel Reina era que su hijo José Manuel triunfara en el Barcelona y cuando se dio cuenta de que tenía cualidades para ser portero viajó desde Boadilla del Monte hasta La Masía para hacerlo posible.
A José Manuel Reina, conocido como Pepe Reina, le gustaba jugar de delantero, pero era innegable que podía seguir los pasos de su padre y le acogieron en la cantera azulgrana. Pepe Reina llegó a jugar en el primer equipo del Barça, pero no pudo triunfar. Lo que sí consiguió su padre Miguel en la portería culé cuando logró, en la temporada 72-73, el trofeo Zamora al guardameta menos goleado y el récord de minutos sin recibir un gol. Un total de 824. Esta gesta solo la pudo superar Víctor Valdés en 2011.
Pepe Reina no triunfó en el Barcelona, pero lleva 20 años, desde que debutó con el primer equipo azulgrana con 18 años hasta el día de hoy con 38, cumpliendo el sueño de su padre. Lo esencial era saber si valía para ser portero cuando le llevó de Boadilla a Barcelona, en 1995, y ha quedado demostrado que sí. Pepe Reina sigue en la élite del fútbol y ha hecho historia en la portería de la Lazio, un equipo que llevaba trece años sin disputar esta competición.
La semana pasada fue titular en el partido contra el Brujas y ya puede presumir de ser el cuarto equipo diferente con el que disputa la Champions (Barcelona, Liverpool, Nápoles y Lazio). Solo superado por Morgan de Sanctis, portero que jugó en esta competición en cinco equipos diferentes (Sevilla, Mónaco, Nápoles, Udinese y Roma). La experiencia de Pepe Reina está valorada en Italia. Este miércoles, en el partido contra el Zenit, ha igualado a Xavi como el tercer futbolista con más partidos (173) en toda la historia de las competiciones europeas. El primero es Casillas (186) y el segundo Cristiano Ronaldo (178).
Llegó al Barcelona muy joven y en esos años de formación y evolución en la cantera coincidió con Mikel Arteta. Los dos tienen 38 años. Mikel Arteta es hoy el entrenador del Arsenal y Pepe Reina se niega a abandonar la portería profesional. En ese Barcelona pudo jugar junto a Pep Guardiola y Luis Enrique. Estaba un joven Carles Puyol y una estrella como el brasileño Rivaldo. La ilusión por este deporte y una buena condición física permiten que Pepe Reina siga activo y rindiendo a un alto nivel. Contra el Brujas tuvo intervenciones de mérito para conseguir el empate y dejar al equipo primero en la fase de grupos de la Champions.
Un trotamundos del fútbol
La longevidad de este profesional de la portería, que ha jugado en cuatro país diferentes (España, Inglaterra, Italia y Alemania), se explica por su pasión. A Reina se le reconoce por ser el ‘speaker’ de España. El portero que animó la fiesta de los campeones del mundo en Madrid y que con el micrófono en la mano dio un espectáculo presentando a los 23 internacionales. Un showman. Un bromista que hacía piña en la Selección y que ocupaba el rol de tercer portero. Con su trabajo y este carácter se ha ido ganando a todos los entrenadores y compañeros en los diferentes vestuarios que ha estado. Es, como se suele decir, el alma de la fiesta. Desde hacer de azafato en un vuelo de la Selección para enseñar cómo se pone el chaleco salvavidas, la mascarilla y el cinturón de seguridad hasta bailar ‘La Bamba’ el día que el Aston Villa consiguió la permanencia en la Premier League.
Pero Pepe Reina es más que un showman. Su padre Miguel quería que fuera portero y ha superado todas las expectativas, pese a que no pudo triunfar en el Barcelona. No lo hizo porque no tuviera nivel sino por la llegada de uno de esos fichajes inexplicables del club catalán. En la temporada 2001-02 contrató al argentino Roberto Bonano y Reina decidió irse al Villarreal. Había llamado la atención de Louis Van Gaal, que se lo llevó a una pretemporada en Holanda y quedó impresionado por su fuerza física y energía. Uno de esos días de verano, el entrenador holandés pasó al comedor y alucinó con los tres bistec que se había comido. Pepe Reina debutó, ya con Lorenzo Serra Ferrer, en el primer equipo en un partido contra el Celta en el año 2000. Pero se tuvo que marchar dos años después. Solo había disputado 29 partidos.
Se convirtió en un trotamundos. El Villarreal pagó 6 millones de euros al Barça y aquí empezó la larga aventura del portero solitario. Creció la figura de un guardameta que tenía facilidad para parar los penaltis. El siguiente paso fue fichar por el Liverpool. Lo pidió Rafa Benítez. Vio en él las condiciones para triunfar en una competición más física y exigente. El Liverpool desembolsó 12 millones de euros para reemplazar a Jerzy Dudek, que se marchó al Real Madrid. En las ocho temporadas que estuvo en Anfield se convirtió en un ídolo. Dentro y fuera del campo era querido. Un tipo peculiar. De él se recuerdan divertidas anécdotas. Como parar en la misma gasolinera, aunque no hiciera falta echarle combustible al coche, los días del partido. Era una superstición. Como la costumbre de cenar siempre el mismo menú en el hotel de concentración, el día antes del partido, con dos sándwiches y una copa de vino para dormir mejor.
Con ese espíritu competitivo, alegre, divertido y de compañerismo ha ido haciendo una larga carrera en el fútbol profesional. No se dejó llevar por la decepción de no haber podido jugar en el Barcelona. Despuntó en el Villarreal, triunfó en el Liverpool y pasó a jugar en Italia en el Nápoles, otra vez con Rafa Benítez, y tener una etapa en el Milan y en el Bayern de Múnich. Pepe Reina se ha sentido más valorado fuera de España. Hubo un momento en el que pudo regresar al Barcelona y el club no se decidió a dar el paso. Fichó al chileno Claudio Bravo. Otra decepción para un canterano.
Su actitud, carácter, su forma de trabajar con humildad y aprovechar las oportunidades son más destacadas fuera de nuestro país. Así se le han ido abriendo las puertas de todos estos equipos. La pasada temporada fue difícil en el Aston Villa y volvió a demostrar su categoría profesional y humana. Le valió para regresar a Italia y estar jugando en la Lazio con 38 años. Su entrenador, Simone Inzaghi, dice de él que su éxito está basado en una fuerte motivación.
El consejo ganador a Casillas
Pepe Reina vive para el fútbol. No pierde la ilusión con la que debutó con el Barcelona hace 20 años. Hace amigos en todos los sitios que llega. Tiene el reconocimiento de grandes profesionales, como puede ser Iker Casillas cuando el portero de la Selección desveló que en la semifinal del Mundial de Sudáfrica, contra Paraguay, paró el penalti decisivo porque Pepe Reina había estudiado los lanzadores y le dijo por dónde iría el disparo. España se clasificó para las semifinales.
Con ese chorro de energía, del que un día se quedó impresionado Van Gaal cuando le vio entrenar y después comerse tres filetes de carne roja y una actitud siempre positiva, se mantiene Pepe Reina en forma cuando se acerca a la cuarentena. Su padre Miguel, hoy concejal de Deportes del Ayuntamiento de Córdoba, no se había equivocado. Tenía un hijo portero que quería comerse el mundo. En el Barcelona y en cualquier sitio del mundo lo demostró, pero su valor está fuera de nuestro país.