La Juventus consiguió tomar un poco de oxígeno este sábado en el 'Derby della Mole' al vencer de visita 0-1 Torino en un trabajado partido que se decidió con el soltario gol de Vlahovic en la segunda mitad.
La Juve estaba en caída libre: octava en Serie A, muy lejos del liderato y de los puestos de competiciones europeas, y prácticamente eliminada de la Liga de Campeones tras el desastre contra el Maccabi Haifa israelí en la última jornada. La solución de Allegri fue concentrar al equipo en la ciudad deportiva de cara al derbi de Turín desde el pasado jueves, algo que, con la inestimable ayuda de su particular paracaídas, ha funcionado.
Se presentó el 'Derby della Mole' como un partido cerrado. Allegri, muy cuestionado por su 4-4-2, probó con una línea de tres centrales formada íntegramente por brasileños: Danilo, Bremer y Alex Sandro. Consiguió solidez atrás la Juve, pero en ataque volvió a tardar en carburar.
El primer disparo llegó a los 30 minutos de partido, a cargo de Vlahovic. El Torino no había dado muestras de peligro, pero la Juve tampoco. El partido estaba en un 'stand-by' que beneficiaba, claramente, a un conjunto granota que tuvo en la figura de su meta a su mejor aliado durante todo el partido. Vanja Milinkovic-Savic, el hermano de Serjeg, jugador del Lazio, complicó sobremanera las tentativas del conjunto blanquinegro, cada vez más nervioso y que se fue al descanso de vacío.
Los fantasmas seguro se aparecieron sobre los juventinos viendo como el cero a cero se mantenía en el marcador. Y más cuando tuvo que retirarse sustituido por lesión -una más (Pogba, Chiesa, Di María...) Bremer, algo que obligó a Allegri a volver al 4-4-2.
La tuvo Kean clarísima a pase de Kostic en el 62, que definió de manera nefasta delante del portero. Con el partido tan cerrado y con la incapacidad de dominio de la Juve, por momentos camuflada por los chispazos de la conexión serbia entre Kostic y Vlahovic, el partido se encaminaba inevitablemente al empate, a una nueva pesadilla para la 'Vecchia Signora', esta vez ante el rival de su ciudad.
Sin embargo apareció el de siempre, el centro del proyecto de un equipo que ha perdido toda su esencia en Italia y en Europa. Un Vlahovic implicado, en muchas ocasiones frustrado y que había recibido críticas en los últimos días por no dar la talla, respondió con un gol de nueve puro. Cuadrado sirvió de esquina, Danilo peinó en el primer palo y el único que olió dónde iba a ir ese balón fue el serbio, que se tiró para poder llegar y rematar a puerta vacía.
El gol fue más que suficiente para la Juve. Allegri, más cuestionado que nunca, estuvo más nervioso que de costumbre en el banquillo en los minutos finales, consciente de la importancia del resultado, de que había salvado un 'match-ball'. Otro más, el enésimo de la temporada, quizá.
Pitó el árbitro el final y los jugadores se reunieron en el centro del campo a celebrarlo, liberando toda la tensión acumulada tras una semana de crítica feroz en Italia, en lo que fue una imagen de unión trasladada fuera del vestuario, la de un equipo que quiere levantar la cabeza y salir del pozo. Con Vlahovic, por ahora, es más fácil.
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