Algunas veces, un emancipado de la pobreza y la opresión social, al levantarse sobre los demás, lleva consigo los sueños de muchos como él y los logra materializar en un triunfo que deja de ser de uno y se transforma en el de todos.
Su muerte en noviembre de 2020 fue un acontecimiento mundial, pero quienes más lo lloraron en Argentina y en Nápoles, y quien sabe en qué otras latitudes, fueron esas humildes poblaciones siempre olvidadas por el resto de la sociedad. Y es que el Pelusa (le decían así por su cabello desordenado) era el legítimo "hijo del pueblo" haciendo referencia a esa famosa canción de José Alfredo Jiménez, prolífico compositor mexicano ya fallecido.
Nacido en 1960, el niño que vivía en Esquina, uno de los lugares más pobres de Argentina, llamado así porque era realmente la esquina de su país, muy cerca de Paraguay, Brasil y Uruguay; en donde su padre ejercía como pescador en el Río Paraná y de donde debieron emigrar a la capital y caer en el barrio más pobre y marginal de Buenos Aires: Villa Fiorito en donde empezaría a utilizar como balón cualquier cosa que pudiera patear con sus pies; así, una naranja, un trapo anudado, una piedra servía como pelota para desarrollar su técnica hasta que un primo le regaló su primer balón y de ahí en adelante puliría sus habilidades sin parar.
La familia Maradona vivía en absoluta pobreza, tanto que muchas veces su madre, doña "Tota", les decía a sus ocho retoños que no iba a cenar porque le dolía el estómago, pero realmente era porque no alcanzaba la comida para todos. El pequeño pibe iba creciendo en destreza con el balón hasta que se enroló en "Los Cebollitas", equipo menor de Argentinos Juniors, equipo en el cual lograría el campeonato de la 8.ª división en 1974. Debutó en primera división, diez días antes de cumplir 16 años, con la camisa de Argentinos Juniors ante Talleres de Córdoba en octubre de 1976, con la rebeldía y ambición propia del joven que quiere comerse al mundo. Su último juego oficial, con Boca Juniors ante su archienemigo River Plate, en octubre de 1997, cinco días antes de cumplir 37 años marcó el fin de una época grandiosa, pero llena de momentos duros y polémicos por sus amoríos con diversas mujeres y las drogas. Estas últimas le generaron varias suspensiones oficiales, la más conocida la que se dio en medio del Mundial USA 1994, luego de la segunda fecha, aunque siempre se sospechó que hubo mala fe por parte de la FIFA en esta sanción.
Campeón en el Mundial de México en 1986, devolvió a su país al primer plano del fútbol con un equipo con buenos jugadores y una estrella rutilante, él mismo, que puso a jugar a cada uno de sus compañeros como una máquina bien aceitada, siendo no solo su capitán, su inspiración y su motor sino su líder dentro y fuera del campo. En Nápoles, su leyenda se acrecentó cuando logró poner en el mapa futbolístico a un equipo de la zona de menor abolengo en Italia, despreciada por el resto del país. Ese equipo de Maradona consiguió dos Scudettos y una Copa UEFA, entre otros trofeos importantes. El triunfo del Napoli de Maradona fue el triunfo del sur oprimido frente al norte voluminoso y rico. Fue un triunfo que, de la mano del rebelde argentino, significó la revancha de la clase obrera y popular ante la clase aristocrática. Sobre la idolatría que existe en Argentina por Maradona, el sociólogo Eliseo Verón expresa que éste refleja "las creencias y las necesidades colectivas, de los despojados, de los pobres, de los que necesitan creer que Dios está cerca y por eso se identifican con Diego, como antes con Evita".
De sus 359 goles oficiales, los dos más famosos ocurrieron en el mismo juego; ante Inglaterra en cuartos de final del Mundial de México, cuando "la mano de Dios" anotó el primero de la albiceleste y luego, el segundo gol se convirtió en el mejor gol de la historia de los mundiales, cuando dejó desparramado a medio equipo inglés, incluido Peter Shilton, el gran portero británico. Este juego se enmarca y recuerda como un "acto de venganza" del pueblo argentino ante el conflicto en Las Malvinas ocurrido cuatro años antes.
El gran exdefensor italiano Paolo Maldini describió a Maradona como el mejor jugador que enfrentó en su carrera, y además el más honesto, declarando: "Era un modelo de buen comportamiento en el campo, era respetuoso con todos, desde los grandes jugadores hasta el miembro más ordinario del equipo". Asimismo, la leyenda francesa Michel Platini llegó a decir del Diego: "era capaz de cosas que nadie más podía igualar. Las cosas que yo podía hacer con una pelota de fútbol, él las podía hacer con una naranja".
Con un palmarés impresionante: campeón del mundo; campeón en Europa; goleador cinco veces consecutivas en Argentina; mejor futbolista de su generación, quizás, mejor jugador de la historia; líder, genio y figura, continuará siendo aquel que con una pelota en los pies le dio la posibilidad a un grupo social despreciado por su pobreza de celebrar victorias en lo más alto del podio, ese lugar que los seres humanos solemos crear para nuestros ídolos de barro.
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