El regreso de Bélgica contra Japón tras ir abajo por 0-2 no puede ocultar los defectos de su sistema... Las tácticas de Roberto Martínez son ingenuas y Brasil no tendría problemas en sacar provecho.
Cuando Bélgica se vio con dos goles de desventaja en el marcador ante los nipones, y tras la conquista del jugador Takashi Inui en el minuto 52, Roberto Martínez estaba parado con los brazos cruzados en el borde de su área técnica.
Su equipo belga se estaba yendo del mundial, la generación dorada de su país veía como sus esperanzas de gloria en la Copa Mundial se esfumaban.
Kevin De Bruyne, Eden Hazard, Romelu Lukaku, Toby Alderweireld, Vincent Kompany... ninguno tendría la oportunidad de ganar en el escenario más grande del mundo aún estando en su mejor momento. Y parecía muy claro hasta ese momento a quien culpar.
Hubo señales de advertencia previo al mundial. Uno de esos jugadores estrella, De Bruyne, ya había advertido y criticado el sistema del técnico Martínez después de un empate en juego amistoso 3-3 con México, en su momento habló de que el sistema no ayudaba y era negativo.
Las frustraciones de De Bruyne eran comprensibles en ese momento y lo siguen siendo ya que el hombre estrella en el Manchester City, ganador del título con Pep Guardiola, y uno de los jugadores de élite del viejo continente, no se termina de encontrar en la selección, y está encadenado con responsabilidades defensivas como volante central de Martínez.
Su exhibición ineficaz contra Japón es solo uno de los mayores defectos en un sistema de Martínez que falla miserablemente en el objetivo de sacar lo mejor de los jugadores a su disposición.
El predecesor de Martínez, Mark Wilmots, fue acusado de lo mismo después de su salida tras la Eurocopa 2016 cuando fue eliminado por Gales, el actual entrenador puede esperar críticas similares si Bélgica cae frente a Brasil en la próxima ronda.
Martínez eligió una formación 3-5-2. Yannick Carrasco y Thomas Meunier fueron seleccionados para jugar un poco amarrados, pero no parecen estar satisfechos ni cómodos con las responsabilidades defensivas.
Era lógico que Bélgica estuviera a punto de ser eliminada debido a un amarre táctico que no funcionó. En Rostov, los jugadores Carrasco y Maunier quedaron terriblemente expuestos por los japoneses, Inui y Genki Haraguchi, quienes se metieron detrás de las espaldas sin mayor resistencia.
Dries Mertens y Hazard avanzaron demasiado, dejando mucho espacio peritiendo que los extremos del rival se unieran y, con más cuidado, Japón podría haber tomado la delantera en elpartido, mucho antes de que sucediera.
En posesión del balón el trío de centrales de Bélgica, Jan Vertonghen, Alderweireld y Kompany solo podían servir pases sencillos para Witsel y De Bruyne, que se vieron obligados a retroceder con tal de tener posesión.
Y en cuatro minutos de la segunda mitad, Bélgica fue espectacularmente golpeada por un equipo japonés mucho menos talentoso, pero mucho más organizado.
Carrasco, que ahora juega en la Súper Liga de China, estaba ausente del encuentro, ya que un balón largo detrás de suyo sorprendió a Bélgica. Vertonghen calculó mal y Haraguchi aprovechó al máximo.
El segundo gol vino con otra bola ampliando la cancha. Bélgica medio despejó, el balón llegó a Inui y Witsel no pudo evitar que el centrocampista sacara un impresionante remate sobre Thibaut Courtois.
Por supuesto, Bélgica reaccionó y logró salir del agujjero. Un gol de cabeza de Vertonghen, otro de Marouane Fellaini y un contraataque clínico rematado por Nacer Chadli hicieron el daño para que Bélgica le diera vuelta al marcador y doblegara a Japón.
Pero la remontada se debió a un cambio y ruptura del rígido 3-5-2 de Martínez. De Bruyne avanzó dejando sus zona y Bélgica comenzó a hacer cruces para aprovechar su ventaja de altura. Los belgas lograron levantarse pero solo después de un susto importante.
"No hay cosas negativas", dijo Martínez en la entrevista posterior al partido, enterrando su cabeza en el piso. Pero un show tardío dramático no puede ocultar los problemas flagrantes en el sistema de Bélgica.
Brasil no será tan indulgente y Neymar, Philippe Coutinho, Gabriel Jesus y compañía se lamerán los labios al llegar a los cuartos de final del viernes en Kazán, si no se corrigen los errores vistos por todos.