Los morados se miraron frente al espejo e hicieron memoria del por qué son el equipo más grande de Centroamérica y definitivamente decidieron enfundarse su traje de gala para enfrentar al Pumas de México (equipo de agradable recuerdo en las tiendas tibaseñas) y hacer un partido digno de su grandeza en el cual lo único que faltó fue haber transformado esa buena puesta en escena en el marcador, sin embargo, el 2-2 es un bálsamo para un equipo que va recuperando la confianza y el autoestima.
Hay jugadores que deberían ser eternos por su grandeza, elegancia y sobre todo profesionalismo. Estoy hablando de Christian Bolaños Navarro, el ex mundialista de Japón, Brasil y Rusia fue uno de los héroes que hace 17 años con una anotación suya lograron la hazaña de vencer a los PUMAS.
El destino le tenía preparado otra gesta el día de ayer pues un doblete salido de sus botines tiene vivo al Saprissa y en plena lucha por tratar de conquistar territorio mexicano la próxima semana. El 2 morado volvió a colgar su nombre en las páginas doradas de la institución y el presidente Juan Carlos Rojas ya debería ir pensando en donde va a colocar en la gradería de sombra Este ese mítico número a la par de las otras leyendas del equipo de don Ricardo.
Que hermoso es el fútbol cuando en el rectángulo de juego saltan dos escuadras decididas a jugar al fútbol, sin necesidad de juego artero, de sistemas de juego austeros en ofensiva, cuando hay un silbatero que le da fluidez y continuidad al partido, cuando hay VAR que evita que sucedan injusticias para las oncenas participantes. Todos estos ingredientes se pusieron a disposición el día de ayer y como consecuencia se vio un juego hermoso y de buen ritmo (como nos gustaría ver más partidos así en la Liga PROMERICA).
El Saprissa logró cohesión en sus líneas y de la mano de dos gigantes en la media cancha como David Guzmán y Mariano Torres lograron plantarle cara al coloso mexicano. Jugadas trepidantes por parte de los dirigidos por Iñaki Alonso, dos balones enviados a los postes (el tacón de Bolaños si entra era para premio Puskas), sin embargo, el fútbol de primer mundo te castiga los yerros, un despiste del novel Gerald Taylor y una mala transición en salida fueron canjeados por goles aztecas. El Saprissa supo sobreponerse a los golpes asestados por el rival y tuvo una reacción enérgica y llena de gallardía.
Cómo puede cambiar las sensaciones de un equipo de un partido a otro; en mi columna anterior hacía referencia como el clásico del domingo podía marcar un punto de inflexión en la dinámica del equipo y así fue. Los dirigidos por Iñaki Alonso mostraron su mejor cara en muchísimo tiempo, hay nombres propios que dieron un salto de calidad, entre ellos Kevin Espinoza (increíble que no hubiera tenido minutos antes), Ryan Bolaños con un segundo tiempo prodigioso (tiene que mejorar algunas lagunas defensivas) y de nuevo Aaron Cruz haciéndose grande en momentos claves.
El futuro de la serie está en el aire, sin embargo, el conjunto saprissista volvió a cargarse de moral e hizo respetar su maravillosa historia. En una noche grande como ayer, los morados se vieron frente al espejo con su mejor traje y recordaron el porque siempre han sido el “mas guapo de la clase”.