“Desde pequeño en Limón cuando podía iba a ver a la Liga, me gustaba como jugaba, en especial Juan José Gámez, una vez cuando yo tenía diez años en un partido de Alajuelense en Limón me acerque al camerino y él (Gámez) me dio un autógrafo en una servilleta y desde ahí me hice liguista de corazón”, manifestó.
Díaz señaló que le hubiera encantado jugar en La Liga, pero cuando tuvo la oportunidad el tema económico lo frenó: “El presidente Roberto Chacón Murillo en su momento quiso que yo me fuera a la Liga y yo le dije que sí, pero en la parte económica Saprissa me ofrecía el doble entonces opte por quedarme con Saprissa, no me quisieron pagar lo que quise, en ese tiempo yo era caro”.
Con la afición tibaseña nunca hubo rencor y fue un jugador muy querido: “Me identifiqué con ellos, pero les dije la verdad que era liguista de corazón, como profesional siempre lo di todo y gané 5 campeonatos”.
Sueños cumplidos en su hijo
Además de no poder jugar con la Liga, otra gran espina que le quedó a Enrique fue perderse el Mundial de Italia 1990: “Para mí fue muy duro, había estado en todo el proceso, pero ahí hubo cuestiones que se dijeron y que no eran verdad, mi ausencia no fue por una razón futbolística”.
“Júnior tuvo la oportunidad de ir a Brasil 2014 y ahora se da esto de la Liga, le deseo suerte y que todo le salga bien”, concluyó.
Enrique, quien actualmente tiene 60 años de edad, trabaja en una escuela de futbol. Como jugador, inició su carrera en Limón, luego pasó a Ramonense, Herediano y culminó en Saprissa. Con los morados jugó de 1984 a 1996.