Suele suceder que cuando nos acostumbramos a ver algo de manera frecuente, a utilizarlo habitualmente o simplemente cuando lo asumimos como necesario y común, no nos preguntamos de dónde sale o cómo se fabrica.
Este puede ser el caso de los corchos de las botellas de vino. Los hemos visto en multitud de ocasiones, hemos descorchado nuestras botellas y los hemos olido para descubrir aromas del vino. Pero, ¿sabemos cómo se fabrica este elemento pequeño pero fundamental?
El corcho se extrae de la corteza del alcornoque. Es decir, no es necesario talar el árbol para obtener el material, simplemente la corteza que posteriormente se recuperará. Este proceso se denomina ‘saca’.
Una vez que las planchas de corteza de alcornoque están secas (tras un periodo de medio año aproximadamente), el primer paso es hervirlas. Con ello, se conseguirá que ganen en flexibilidad y en grosor. El proceso de hervido puede repetirse en más de una ocasión hasta obtener la textura deseada.
Tras ello, se lleva a cabo el corte mecánico de las planchas y, posteriormente, se les da la forma cilíndrica necesaria. En ese momento comienza un nuevo proceso de lavado y secado, tras el que se sellan con las marcas representativas de la bodega a la que estén destinados.
Por supuesto, el proceso completo de fabricación sigue unas estrictas medidas de control de higiene y calidad.
Una vez preparados se cierran las botellas a través del proceso de embotellamiento y ya están listos para que disfrutemos nuestro vino en las mejores condiciones.