El Esequibo es un territorio también conocido como la Guayana Esequiba que comprende 159.000 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales y forestales, y constituye dos tercios del territorio guyanés.
Caracas y Georgetown nunca han logrado ponerse de acuerdo sobre el trazado de la frontera que los separa y la región del Esequibo figura frecuentemente en los mapas venezolanos con un rayado denominado "Zona en Reclamación".
El presidente guyanés Irfaan Ali ha rechazado las acciones de las autoridades venezolanas, que incluyen la creación de una nueva zona marítima denominada "Territorio para el desarrollo de la Fachada Atlántica", con el fin de "salvaguardar", las fronteras y la Zona Económica Exclusiva del país caribeño.
Se trata de una disputa que cuenta con múltiples episodios y que se intentó resolver en un tribunal en París en 1899 y que desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra entre Venezuela y Reino Unido en 1966 mantiene un status quo.
La Guayana Esequiba fue en un principio controlada por el imperio español y el holandés, que más tarde se lo cedería a los británicos. Formó parte de la Capitanía General de Venezuela, cuando esta fue fundada en 1777, y luego fue integrada a la naciente República de Venezuela, por un breve periodo, a partir de 1811.
"En 1819, con la creación de la República de Colombia (Gran Colombia), Gran Bretaña reconoció el curso del río Esequibo como la frontera", cuenta a BBC Mundo el historiador venezolano Manuel Donís, un experto miembro de Academia Nacional de la Historia de Venezuela que ha dedicado 35 años al estudio histórico de las fronteras del Esequibo.
"Cuando Venezuela se separa de la República de Colombia en 1830, el río Esequibo quedó como el límite de la República de Venezuela. Eso fue reconocido durante gran parte del siglo XIX hasta que se encontró oro en la cuenca del río Yuruari, en la Guayana Venezolana, lo que desencadena la ambición británica por ese territorio".
Londres había adquirido el territorio en 1814 -alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados en ese entonces-, mediante un tratado con Países Bajos, pero el pacto no definía su frontera occidental y por eso los británicos designaron en 1840 al explorador Robert Schomburgk para que la trazara.
Poco después se dio a conocer la llamada "Línea Schomburgk", un polémico trazado que reclamaba cerca de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.
"Una segunda línea fronteriza ya avanzaba hacia el occidente del río Esequibo, y a estas líneas le siguieron otras. Schomburgk muere, pero Gran Bretaña modifica los mapas y pretende prácticamente llegar con una cuarta línea hasta (la población venezolana de) Upata", explica Donís.
Según un documento del Departamento de Estado de EE.UU., la disputa comenzó oficialmente en 1841, cuando el gobierno venezolano del general José Antonio Páez denunció una presunta incursión a su país por parte del Imperio británico, del que Guyana formaba parte.
Venezuela sabía que no podía enfrentarse sola al imperio más poderoso mundo y por eso buscó el respaldo de EE.UU., que comenzaba a perfilarse como una potencia emergente.
Y bajo la Doctrina Monroe, que reclamaba una "América para los americanos", EE.UU. decidió intervenir en 1895 en la disputa fronteriza.
Tras la insistencia venezolana y la presión del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y la de su exembajador en Caracas, en enero de ese año la Cámara de Representantes de EE.UU. propuso la Resolución 252 al Congreso que recomendaba que la disputa fuera resuelta en un arbitraje internacional.
Cleveland había declarado anteriormente en una polémica intervención que la línea fronteriza en el Esequibo había sido ampliada "de una manera misteriosa". Al principio Reino Unido rechazó la intromisión estadounidense, pero Londres sabía que no podía darse el lujo de entrar en una nueva guerra con el gigante de Norteamérica, que se mostraba inflexible en su decisión de apoyar a Venezuela, y terminó por aceptar la propuesta.
El 2 de febrero de 1897, EE.UU., en representación de Venezuela, y Reino Unido firmaron un tratado en Washington para someter la disputa a un arbitraje internacional.
Venezuela, persuadida de que se aplicaría el uti possidetis iuris, -un principio legal del Derecho Internacional que les garantiza a los Estados administrar territorios que geográfica e históricamente les pertenecen- aceptó acudir a un tribunal en París.
"De acuerdo con el uti possidetis iuris, el territorio que era considerado como Venezuela cuando era una colonia española, debía ser el mismo cuando se convirtió en república. Venezuela actuó de buena fe, pero fue víctima de una componenda entre los estadounidenses, los británicos y (el jurista ruso) Friedrich Martens", afirma.
Pero la comisión terminó actuando el 3 de octubre de 1899 a favor de Reino Unido, estableciendo la "Línea Schomburgk" como la frontera entre ambos territorios. Al polémico fallo se le conoce hoy como el Laudo Arbitral de París.
Medio siglo después, surgieron evidencias que denunciaban la complicidad entre los delegados británicos y el jurista Friedrich Martens, cuyo voto fue decisivo para el fallo en contra de Venezuela.
Tras la muerte de Severo Mallet-Prevost -un abogado estadounidense que formó parte de la defensa de Venezuela en el Laudo Arbitral de París-, su representante legal hizo público en 1949 un documento que Mallet-Prevost había escrito cuatro años antes, en el que denuncia que el laudo fue una componenda política.
"Tres jueces que tenían la mayoría dispusieron del territorio de Venezuela, porque los dos jueces británicos no estaban actuando como jueces, sino que lo hacían como hombres del gobierno".
En el texto, Mallet-Prevost concluye que: "La decisión del tribunal fue, en consecuencia, unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho".
El documentó además indica que el juez Friedrich Martens no fue imparcial y persuadió a una de las partes para que aceptaran una controvertida propuesta que él mismo había redactado.
"Venezuela considera que el Esequibo fue tomado de forma ilegítima e ilegal por Gran Bretaña el siglo XIX, por eso lo reclama", dice a BBC Mundo el historiador Tomas Helmut Straka, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
El Laudo Arbitral de París, afirma, fue un acuerdo amañado y "una típica componenda" entre los grandes imperios de la época. Las revelaciones de Mallet-Prevost sirvieron para que Venezuela denunciara el laudo ante el mundo y lo declarara nulo e írrito.
En la década de los 80 el reclamo venezolano fue reanudado hasta que Hugo Chávez llegó al poder en 1999.
"Chávez básicamente le baja el tono a la disputa, su proyecto era sobre todo consolidar un liderazgo en el Caribe. Para lograrlo, decide tener a Guyana como aliado y no meterse con algo que siempre fue una causa de crispación en las complicadísimas relaciones de Venezuela con Trinidad y otras islas del Caribe", recuerda el profesor Helmut Straka.
Pero los múltiples hallazgos de vastos yacimientos petroleros en Guyana en los últimos cinco años, que ya ha comenzado a explotar, han hecho que las tensiones aumenten.
Guyana introdujo en 2018 ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una solicitud para que se resuelva el conflicto territorial, pero Venezuela ha negado desde entonces la legitimidad de esa institución para resolver la disputa.
Y el 18 de diciembre de 2020, la CIJ dio a conocer su fallo en el que se declara competente en el asunto; pero Venezuela no da su brazo a torcer y no lo acepta.
Manuel Donís explica que para Venezuela asistir a la Corte Internacional de La Haya no tendría sentido, porque solo decidiría si el Laudo de París es nulo e irrito y eso es algo que Caracas considera evidente.
"A mí me da la impresión de que Guyana ha manejado muy bien este asunto de la reclamación, no solamente con Maduro, sino desde 1966, y le ha estado sacando provecho a la aquiescencia, a los errores y a las vacilaciones de los distintos gobiernos".
El tema del Esequibo siempre ha generado unidad nacional en los venezolanos y eso es algo que el mandatario podría estar tratando de utilizar a su favor. A principios de este año, el presidente de Venezuela le envió una carta al secretario general de la ONU en la que le solicita mediar en el diferendo territorial.
"La dura experiencia histórica de agresiones económicas y despojos territoriales por parte de potencias imperiales nos dejó como lección jamás someter nuestra soberanía a las decisiones de instancias internacionales", se lee en el texto.
Las tensiones siguen aumentando y con una Guyana inflexible, por un lado, y por el otro una Venezuela en crisis, pero que no descansa en su lucha por un territorio que desde siempre ha figurado en sus mapas, la disputa por el Esequibo no parece pronta a resolverse, al menos en el corto plazo.
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