La Tierra acaba de capturar una nueva luna. Es pequeña, poco mayor que un automóvil, pero según los astrónomos ha entrado hace muy poco a formar parte de la colección de satélites naturales que acompañan a nuestro planeta.
El pasado 18 de febrero, en efecto, un equipo de investigadores del Catalina Sky Survey, en Arizona, divisó un objeto oscuro moviéndose rápidamente a través del cielo. Durante los días siguientes, otros seis observatorios de todo el mundo observaron también el misterioso objeto, designado como 2020 CD3, y calcularon su órbita, confirmando que lleva por lo menos tres años unido gravitacionalmente a la Tierra.
El siguiente paso fue anunciar el descubrimiento en el Minor Planet Center, desde donde se siguen las trayectorias de pequeños cuerpos en el espacio. En un comunicado, los científicos aseguran que "no se ha encontrado ningún vínculo con un objeto artificial conocido", lo que implica casi con toda seguridad que se trata de un asteroide "capturado" al vuelo por la gravedad terrestre mientras pasaba cerca de nuestro planeta.
Se trata, que sepamos, del segundo asteroide que la Tierra convierte en una nueva luna. El primero, 2006 RH120, fue un satélite terrestre durante apenas un año (entre septiembre de 2006 y junio de 2007) y después consiguió escapar, perdiéndose de nuevo en la inmensidad del espacio.
Mucho más cerca que la Luna
Según los astrónomos, la nueva luna tiene entre 1,9 y 3,5 metros de diámetro, por lo que no es rival para el principal satélite de la Tierra. Gira alrededor de nuestro planeta una vez cada 47 días en una amplia órbita ovalada que la lleva periódicamente a estar mucho más cerca de nosotros que la Luna.
Sin embargo, esa órbita no es estable, por lo que es muy probable que en cuestión de apenas unos meses 2020 CD3 sea "lanzada" muy lejos de la Tierra. "Mientras hablamos, ya se está alejando del sistema Tierra-Luna", afirma Grigori Fedorets, de la Universidad Queen´s en Belfast. Al parecer, su "fuga" definitiva podría producirse en abril.
Sin embargo, las varias simulaciones llevadas a cabo de su trayectoria muestran resultados diferentes. Los investigadores opinan que se necesitan más observaciones para poder predecir con precisión el destino de esta nueva mini luna, e incluso para confirmar si efectivamente se trata de un satélite natural y no de algo construido por el hombre. "nuestro equipo -asegura Fedorets- trabaja sin descanso para conseguir una solución".
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