Implantes diminutos, del tamaño de una moneda, están transformando la vida de pacientes con parálisis, ceguera y trastornos neurológicos.
De asistir la lectura a devolver la comunicación, esta nueva generación de chips promete abrir un nuevo capítulo en el tratamiento de enfermedades que hasta hace poco se consideraban incurables.
Puntos claves:
Stanford Medicine y sus colaboradores implantaron un chip sub-retiniano inalámbrico llamado PRIMA que permitió a 27 de 32 pacientes con degeneración macular recuperar la capacidad de leer. Algunos alcanzaron agudeza visual equivalente a 20/42.
Neuralink, la empresa de Elon Musk, ya ha implantado chips en humanos (hasta al menos 5 pacientes) que permiten controlar un cursor u ordenador solo con el pensamiento; sus planes incluyen restaurar visión y habla para 2026.
En China, el proyecto conjunto entre Chinese Institute for Brain Research y NeuCyber NeuroTech ha implantado el chip Beinao No.1 en humanos y proyecta un ensayo con 50 pacientes para el próximo año; la carrera global de interfaces cerebro-ordenador (BCI) se acelera.
El mercado y la ética también están en transformación: los implantes BCI aún no están aprobados para uso masivo, pero cuentan con más de 90 ensayos activos y valoraciones multimillonarias.
Preguntas críticas: ¿Cómo se regula un chip que se conecta al cerebro humano? ¿Quién asegura la privacidad de nuestros pensamientos? Los expertos señalan que los marcos actuales no bastan.
Cierre: Lo que hace unas décadas parecía ciencia ficción —chips que leen o estimulan el cerebro para restaurar funciones perdidas— ya está en quirófanos. Pero el verdadero desafío comienza ahora: hacer que esta tecnología sea segura, accesible y ética. La medicina del futuro, de hecho, está siendo escrita hoy.



