Mientras la justicia brasileña rechazó recientemente su solicitud de libertad condicional, Robinho protagoniza un giro inesperado en su vida al asumir un rol que parece ajeno a su condición de recluso: se convirtió en entrenador de un equipo de internos en la cárcel.
Del jugador a “DT carcelario”
Robinho, exfutbolista que brilló en clubes como Real Madrid y Milan, cumple condena en la prisión rural de Tremembé, localizada en el interior de São Paulo. Allí, en un espacio de poco más de ocho metros cuadrados, comenzó a incursionar en diversas actividades: cultivando un huerto, participando de un club de lectura, reparando aparatos electrónicos, e incluso colaborando en un proyecto de apuestas deportivas junto con un hacker condenado.
Pero lo más llamativo ha sido su nuevo papel: entrenador (DT) del Tremembé Esporte Clube, un equipo compuesto por presos acusados de abusos. El equipo compite ocasionalmente en partidos internos entre reclusos, en disputas que algunos describen como “asesinos contra violadores”. Según quienes conocen el día a día del penal, su presencia como entrenador le ha dado un estatus inédito entre los reclusos, otorgándole respeto y reconocimiento deportivo.
Un efecto colateral curioso: el número de visitas familiares y de allegados ha crecido un 30 % ante la oportunidad de conseguir autógrafos del exfutbolista.
El trasfondo judicial: condena firme y rechazo de libertad
Aunque ahora Robinho intenta reconvertirse en figura deportiva dentro del penal, su situación legal no le da margen de maniobra. La defensa del exjugador había pedido su libertad mediante un argumento técnico: que la ley brasileña de migración usada para convalidar su condena fue sancionada después del delito, lo que implicaría aplicar una norma con efecto retroactivo. Sin embargo, el Supremo Tribunal Federal rechazó esa solicitud, ratificando su encarcelamiento.
El caso tiene raíces profundas: en 2017 fue condenado en Italia a nueve años por abusar sexualmente de una joven en 2013, junto a otros hombres. Esa sentencia fue ratificada en enero de 2022, pero Robinho recién entró a prisión en marzo de 2024 una vez que Brasil homologó el fallo (el país no admite la extradición de sus ciudadanos).
Reflexiones sobre el fenómeno
1. ¿Rehabilitación o estrategia de relaciones públicas?
El hecho de que Robinho asuma un rol de líder dentro de un penal puede interpretarse como un intento de rehabilitación interna. Pero también podría analizarse como una estrategia para recuperar imagen pública y relevancia mediática.
2. El poder simbólico en contextos extremos
En cárceles, gestos como liderar equipos deportivos pueden funcionar como vehículos de autoridad moral. En un entorno donde prima la jerarquía entre internos, la figura de un exastro del fútbol conlleva peso simbólico.
3. Límites legales y sociales del “resurgir”
Aunque en el penal Robinho está ganando visibilidad y respeto, su situación judicial sigue siendo irrevocable por ahora. Ser entrenador detrás de rejas no cambia la gravedad de su condena ni elimina el dolor de las víctimas.
4. El rol del sistema penal y del deporte como herramientas de cambio
Este caso plantea preguntas sobre los objetivos reales del sistema de pena: ¿debe enfocarse en castigo, o también en reinserción? ¿Hasta qué punto es legítimo que alguien con condena por delitos graves ejerza liderazgo en instituciones cerradas?