Alejandro Oliva nunca imaginó que su pasión por el corte de cabello lo llevaría tan lejos. Literalmente. Desde Fuenlabrada hasta Palm Beach, pasando por estadios, camerinos y concentraciones de grandes equipos, este joven barbero madrileño ha convertido su vocación en una experiencia de vida que trasciende las tijeras y las maquinillas.
La última parada de su increíble recorrido fue el hotel de concentración del Real Madrid en Miami, donde atendió —durante más de diez horas seguidas— a futbolistas, fisioterapeutas, cuerpo técnico y hasta utileros, en la previa del partido frente a la Juventus. Todo comenzó gracias a su vínculo con Fede Valverde, quien no solo le pidió que viajara, sino que además costeó todos los gastos del viaje.
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“Fede me escribió: ‘no te pongas nervioso, el 10 quiere cortarse contigo’, y me temblaron las manos”, cuenta Oliva sobre el mensaje que lo puso a temblar de emoción. El "10", nada menos que Luka Modric, quería pasar por sus manos antes del encuentro. “No quiero que me pague nada, solo su camiseta”, añade entre risas.
Su historia dentro del fútbol comenzó de forma igual de inesperada. Fue Vitolo, entonces en el Atlético de Madrid, quien lo contactó por Instagram. Ese corte lo llevó a otros jugadores y, como en los barrios, el boca a boca hizo el resto. Pero fue un encargo peculiar —cortar el pelo a un recién nacido por una tradición uruguaya— lo que selló su relación con la familia Valverde. Desde entonces, ha estado en dos finales de Champions League, en la Eurocopa y hasta fue “el barbero del Mundial de Qatar”.
En Miami, la logística fue tan intensa como gratificante. Llegó al hotel a la 1:30 p.m. y terminó cerca de las 11 de la noche, esperando incluso a Brahim y Ceballos tras la cena. Fue el propio Dani Carvajal quien, como capitán, se encargó de pagarle por los servicios a todo el equipo. “Siempre es el capitán el que asume ese rol”, cuenta Oliva.
Uno de los momentos más memorables fue el cambio de look que realizó a Dani Ceballos. “Me sorprendió. Llevaba todo el año con moicano y me pidió que le hiciera algo distinto. Me dio libertad total, y creo que quedó bastante conforme”, dice con una sonrisa.
Lejos de jactarse, Oliva insiste en que todo esto es fruto del trabajo con el corazón. “No estoy aquí por dinero. Cuando empecé, jamás imaginé estar en una final de Champions. Pero aquí estoy, gracias a la confianza de jugadores como Fede. Hoy tengo amistades con futbolistas como Morata, que siempre han estado ahí cuando los he necesitado”.
Con los pies en la tierra y las tijeras listas, Alejandro Oliva sigue demostrando que cuando se trabaja con pasión, hasta los sueños más imposibles pueden cortarse a medida.
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