El pollo estadounidense está vetado en la Unión Europea.
En la agresiva política comercial y de aranceles que ha lanzado Donald Trump desde su regreso a la Casa Blanca, una vieja disputa entre Estados Unidos y Europa ha resurgido: la exportación de pollo estadounidense al viejo continente.
Desde 1997, la Unión Europea (UE) -además de Reino Unido- prohibió la comercialización de carne de pollo y otras aves de corral de EE.UU. por las prácticas de producción del país norteamericano que no encajaban con los estándares de seguridad alimentaria europeos.
Desde entonces se ha mantenido la prohibición, a pesar de los cambios en las prácticas en EE.UU. y los reclamos de los productores norteamericanos para acceder al mercado europeo.
El asunto fue reflotado por el gobierno de Trump en las últimas semanas.
El secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, se quejó de que la UE no acepte el pollo estadounidense: "Odian nuestra carne, porque la nuestra es hermosa y la suya débil", dijo en una entrevista con Fox News.
A su vez, la Casa Blanca dijo en un comunicado a principios de abril que "Reino Unido mantiene normas no basadas en la ciencia que restringen gravemente las exportaciones estadounidenses de productos cárnicos y avícolas seguros y de alta calidad".
Aunque la UE no ha respondido a las acusaciones, tampoco ha dado muestras de considerar el levantamiento de su prohibición. Y en Reino Unido, hace unos días el secretario de Estado para Negocios, Energía y Estrategia Industria, Jonathan Reynolds, descartó que pudiera darse la entrada de pollo estadounidense a su país.
"Nunca cambiaremos nuestras medidas sanitarias y zoosanitarias en alimentos. Le dejamos eso muy claro a Estados Unidos como parte de nuestro manifiesto que cubre la carne", dijo en una entrevista con Sky News.
Pero ¿por qué los países europeos se oponen a la entrada del pollo estadounidense, a diferencia de otros países de mundo, incluidos algunos de América Latina?
La lucha contra las bacterias
Como otros seres vivos de sangre caliente, las aves de corral -incluidos los pollos- pueden llegar a portar organismos bacterianos en el tracto digestivo, como Salmonella y Campylobacter.
Los criadores de pollo enfrentan el problema de la contaminación de las aves por esas bacterias y otros microorganismos, que pueden causar contaminación cruzada cuando al pollo se le quitan las vísceras (aunque también las bacterias pueden estar presentes en otros lugares de forma natural, como los folículos de las alas o en huesos y cartílagos).
Para combatir la presencia de estas bacterias, los productores pueden emplear diversos métodos de prevención o desinfección, como vacunas o adyuvantes, que son ingredientes o compuestos diseñados químicamente para ayudar al combate de patógenos.
"En la UE se enfocan en la etapa precosecha, cuando el animal está vivo y realizan intervenciones como la vacunación de los animales o el suministro de aditivos naturales en los alimentos. Y en EE.UU. se enfocan en el aspecto postcosecha", explica a BBC Mundo el profesor Byron Chaves, un experto en alimentos de la Universidad de Nebraska-Lincoln (EE.UU.).
Los productores de pollo estadounidenses por lo general previenen de la presencia de bacterias en el pollo sacrificado a través de métodos como el rociado de los animales con fórmulas que, en términos coloquiales, "bañan" al producto para desinfectarlo.
Esta práctica, sin embargo, ha generado el rechazo de los reguladores europeos por incumplir las normas sanitarias del viejo continente. En especial, hay diferencias sobre qué sustancias se pueden usar, explica Chaves.
"En Europa no se permite el uso de químicos porque dicen 'si no está en la regulación explícitamente, entonces está prohibido'. En EE.UU., la forma en que se ve es 'si no está en la regulación, entonces lo podemos usar'", señala el experto.
"Es esta la diferencia de filosofía que existe en cuanto al uso de aditivos, químicos y demás", añade.
La UE establece de manera estricta los productos que pueden ser usados para prevenir la contaminación y hacer que la carne sea segura para los consumidores, con una normativa que no coincide con la del Departamento de Agricultura o la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.
La vieja disputa del "pollo clorado"
La industria del pollo en EE.UU. ha mantenido diversas prácticas que han ido cambiando a lo largo de las décadas. La que generó la disputa más antigua con Europa es la del baño del pollo en una sustancia a base de cloro, algo que era usual entre los productores estadounidenses en la década de 1990.
Luego de su sacrificio y de la retirada de las vísceras, los pollos solían ser rociados con la fórmula clorada para asegurar la eliminación de las posibles bacterias que hubiera en su carne.
En 1997 las autoridades sanitarias europeas emitieron lineamientos que prohibían el uso de este método, ya que consideraban que recurrir a un enjuague con cloro de la carne del animal sacrificado podía ser una forma de compensar malos estándares de higiene durante todas las etapas del proceso de producción, como los mataderos sucios o abarrotados.
Un estudio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria sugiere que los beneficios para la salud pública de controlar los patógenos en toda la cadena de producción del pollo son mayores que los de hacerlo al final, aunque resulte más caro.
En cualquier caso, desde los años 90 el cloro ha sido descartado en EE.UU. en la mayoría de los procesos, asegura a BBC Mundo Tom Super, portavoz del Consejo Nacional del Pollo de EE.UU., que agrupa al 95% de los productores de ese país.
"En la actualidad, se estima que menos del 5% de las plantas de procesado de Estados Unidos utiliza cloro en algunos enjuagues y pulverizaciones", asegura Super.
Chaves aclara que para esos enjuagues no se usa el cloro "que compramos en el supermercado para limpiar", sino que se utilizan compuestos especiales basados en cloro.
Sin embargo, los intentos de demostrar que se utilizan otros métodos no han sido fructíferos para los productores de EE.UU. ante las autoridades zoosanitarias de Europa, lo cual ha generado frustración entre los criadores norteamericanos.
"A lo largo de los años, el tema se ha vuelto extremadamente político, con gran parte de la retórica de Europa centrada en los peligros del 'pollo clorado'. Sin embargo, que el pollo sea lavado con cloro significa simplemente que el pollo fue enjuagado con agua clorada. Numerosos estudios e investigaciones científicas han confirmado que el uso de agua clorada para enfriar y limpiar el pollo es seguro y eficaz", dice Super.
Los argumentos de los productores estadounidenses no han convencido a los europeos, que mantienen su negativa citando la protección a la salud humana: "La exposición prolongada al clorato en los alimentos, sobre todo en el agua potable, es un posible problema de salud para los niños, especialmente para los que tienen una deficiencia leve o moderada de yodo", dice una regulación activa de la UE.
En las granjas europeas se prefieren los métodos preventivos, cuando el animal está vivo, como estrictas medidas de higiene en los criaderos y mataderos, o las vacunas o los adyuvantes agregados al alimento de las aves de corral.
Y también hay métodos postcosecha, como "el uso de agua caliente y vapor para la descontaminación y desinfección de superficies".
"No se puede ver como blanco y negro, porque es un continuo y hay intervenciones que se hacen a ambos lados del mundo", dice Chaves.
Chaves también afirma que los métodos han cambiado en EE.UU. y que el cloro ha sido sustituido por otras sustancias: "La industria se ha movido a ácidos orgánicos, como el ácido peracético o el ácido láctico, que no solo son más estables, sino también más baratos", explica.
Estas sustancias sustituyen al cloro en los procesos de lavado y desinfección de la carne y de los contenedores y superficies empleados en el proceso de producción.
Pero en el tratamiento en sí de la carne después del sacrificio de las aves es lo que sigue generando el excepticismo de los reguladores de la UE y Reino Unido.
"En Europa ven esto como un enmascaramiento de prácticas sanitarias deficientes. Creen que estos químicos enmascaran prácticas que para ellos no serían aceptables", señala Chaves.
No obstante, también advierte de que no hay un método, ni en Europa ni EE.UU., que garantice que el pollo esté libre de bacterias que causan enfermedades. De hecho, la prevalencia de casos de enfermedades por las bacterias del pollo es muy alta a ambos lados del océano Atlántico.
"En la UE la incidencia de campilobacteriosis es mucho más alta que en EE.UU., que tiene una incidencia más alta de Salmonella. Pero ambos microbios tienen una carga epidemiológica y económica muy alta", señala.
La importación en América Latina
Mientras la disputa entre Estados Unidos y Europa ha mantenido fuera al pollo estadounidense de los mercados del viejo continente, la industria norteamericana sí ha podido acceder a algunos mercados de América Latina.
Según las cifras del Departamento de Agricultura de EE.UU. (2024), México es el principal destino no solo en Latinoamérica, sino a nivel mundial, de carne y productos avícolas (excepto los huevos) estadounidenses con importaciones por un valor de unos US$1.500 millones.
Los lineamientos actuales de México solo restringen el pollo de EE.UU. de regiones o condados que estén bajo alerta por la gripe aviar, indica la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios del país.
Cuba es otro gran consumidor de pollo estadounidense, con importaciones que ascienden a US$262 millones. Las aves, de hecho, representan el 80% de las importaciones de productos agrícolas del país norteamericano, que tienen algunas excepciones al embargo económico impuesto la isla desde la década de 1960.
Otros países de la región que importan pollo estadounidense son Guatemala, República Dominicana, Colombia, Costa Rica, Perú, Chile, Panamá, Honduras y El Salvador.
Brasil, al ser el mayor exportador de pollo del mundo, también tiene una gran penetración en los mercados de América Latina. Con excepción de México, la mayoría de los países de la región importan más pollo brasileño que estadounidense.
Para Chaves, cada gobierno "tiene que hacer lo que sea favorable para sus consumidores", aunque sostiene que la ciencia alrededor de la industria avícola ha demostrado que la presencia de agentes bacterianos que causan enfermedades no está exenta en ninguna práctica.
"Si Europa no quiere que haya exposición a este pollo y carnes con adyuvantes es aceptable y respetable. Pero eso no significa que se enfermen menos o que no haya incidencia de microbios asociados con el pollo y otros productos cárnicos".
Fuente: BBC Mundo