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William Beaumont fue un médico de Connecticut que pasó a formar parte de la historia de la ciencia gracias a su descubrimiento sobre el funcionamiento de los jugos gástricos y la digestión. 

Marcó una época por su controvertido estudio del estómago.

  

Alexis St. Martin es el protagonista involuntario de un cuestionable capítulo de la historia médica que permitió a la ciencia comprender el mecanismo de la digestión humana.

El 6 de junio de 1822, St. Martin era un joven comerciante de pieles canadiense que trabajaba para la American Fur Company en la Isla de Mackinac, en el estado de Michigan, cuando recibió un disparo accidental a quemarropa en el torso.

La herida era tan severa que todos pensaban que el trampero francófono moriría al poco tiempo. Pero el perseverancia de un cirujano militar destacado en un fuerte cercano, llamado William Beaumont, le salvó la vida.

El médico, que sólo había tenido un año de entrenamiento médico pero que había curado a muchos heridos de bala en la Guerra de 1812, limpió la lesión lo mejor que pudo, cortó un pedazo de costilla con una navaja para reinsertar el pulmón y luego aplicó un cataplasma para reducir la inflamación.

El estado de St. Martin empeoró al día siguiente con la aparición de fiebre y neumonía. Beaumont aplicó dos técnicas sanitarias comunes en el siglo XIX: la sangría (que consistía en cortar una vena o una arteria para eliminar la sangre afectada del paciente) y el suministro de catárticos (que eran sustancias usadas para inducir la purgación y la limpieza del sistema digestivo). Ninguno de los tratamientos dio resultados, especialmente las infusiones orales porque se derramaban por el agujero que tenía en su estómago.

El médico optó por administrar medicación y alimentos a su paciente mediante enemas anales durante dos semanas, hasta que la herida sanó lo suficiente como para vendar el agujero y permitir que el desafortunado paciente pudiera alimentarse por la boca.

Una ventana al interior del cuerpo humano

Seis meses después del accidente y contra todo pronóstico, la salud de St. Martin iba en franca recuperación. Lo único que no se había curado era el empecinado agujero en el estómago. El tejido que circundaba la herida se adhirió al costado de St. Martin, lo que creó una abertura permanente que se conoce como fístula gástrica.

Y aunque esa situación no fue provocada deliberadamente por Beaumont, el médico aprovechó el agujero de su paciente como una ventana para explorar el funcionamiento del aparato digestivo.  

St. Martin sobrevivió pero su delicada condición física no le permitió continuar con oficio de cazador para la American Fur Company. En la sociedad estadounidense de la época, un trampero analfabeta, católico y canadiense-francés era considerado una persona de segunda clase y los líderes de la isla sugirieron que St Martin debía regresar a Quebec para no depender de las ayudas de la comunidad.

Beaumont vio la oportunidad científica y le ofreció empleo a St Martin como personal de mantenimiento durante el día, siempre y cuando se prestara para sus investigaciones científicas durante la noche.

Así fue como St Martin se convirtió en el conejillo de indias de Beaumont. El cirujano se convirtió en un investigador y durante ocho años registró todo lo que pasaba en el estómago de St. Martin, aunque en ocasiones los experimentos fueran incómodos y hasta humillantes.

Vertía comida a través del agujero con una cuchara y la volvía a extraer, ataba carne a una cuerda, luego la pasaba dentro del agujero y la observaba cuando la volvía a sacar. Beaumont tomó muestras de secreciones gástricas y las envió a ser analizadas por químicos europeos, algo inaudito para la época.

Y hasta llegó al límite de lamer el estómago vació de su paciente. Fue así como descubrió el funcionamiento de los jugos gástricos porque el órgano no tenía un sabor ácido hasta que se encontraban en funcionamiento para digerir alimentos.

Sus observaciones le permitieron constatar que la digestión era un proceso químico, ayudado por contracciones musculares. Obtuvo el reconocimiento de la comunidad científica al publicar el relato detallado de más de 200 pruebas en Experiments and Observations on the Gastric Juice, and the Physiology of Digestion.

Una relación extraña y poco ética

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La escritora científica Mary Roach ha dicho que Beaumont y St. Martin formaron “la pareja más extraña de la medicina” al mantener una larga relación médico-paciente que estaba definida por un contrato, que el mismo cazador no pudo haber entendido a su cabalidad porque no sabía leer.

St. Martin se tomó descansos ocasionales para regresar a Canadá, donde se casó y tuvo seis hijos. Al final, el paciente recibió alguna compensación económica por su participación en los experimentos, pero el médico nunca cumplió con la promesa de cerrar el agujero en el estómago de St. Martin.

Cansado del maltrato de Beaumont, St. Martin vivió apartado del mundo en los bosques canadienses, donde murió en 1880 a los 86 años. Dicen que Beaumont murió a los 67 años de una caída, tras resbalar en unos escalones congelados al regresar de atender a un paciente.

Jason Karlawish, médico y autor del libro Open Wound: The Tragic Obsession of Dr. William Beaumont (Herida abierta: la trágica obsesión del Dr. William Beaumont), dijo que esa historia debe servir de advertencia sobre las consideraciones éticas que deben tomar los científicos modernos a la hora de experimentar con pacientes.

“Fundamentalmente, él lo que quería es ser famoso, y rico, y hacer el bien. Trataba de hacerlo todo sin que nadie se viera perjudicado de ninguna manera”, dijo Karlawish a la BBC. Pero nadie puede equilibrar todos esos aspectos a la perfección sin que haya un afectado., agregó.

Y en este caso, el perjudicado fue Alexis St. Martin.

St. Martin finalmente obtuvo algún tipo de reconocimiento en 1962 cuando la Sociedad Canadiense de Fisiología decidió homenajearlo de manera postuma y marcar su tumba. En ese momento se descubrió que St. Martin tenía 28 años en el momento del accidente, no 18, como se había creído durante 140 años, porque Beaumont lo registró de esa manera.

William Beaumount llevó a cabo casi 240 experimentos, que anotó con todo detalle en la monografía de más de 200 páginas que publicó a finales del Siglo XXI. 

En resumen podemos decir que su técnica consistía en atar trozos de alimentos a un hilo de seda, e introducirlos al estómago por la fístula. De este modo Beaumont recogió los jugos gástricos y los almacenó en recipientes de vidrio.

Fue él quien descubrió que uno de los componentes más importantes de la digestión era el ácido clorhídrico. William Beaumount demostró así que la digestión es un proceso químico de los músculos.

Asimismo, como a Saint Martin le molestaban los experimentos, Beaumont también descubrió que cuando se encontraba irritado, el proceso de digestión era más largo. Un descubrimiento que diversos médicos y científicos han ido perfeccionando con el paso de los años.

Fuente: OK Diario España - Yahoo Noticias 

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