Pasear entre las difuntas aeronaves es un viaje por la historia bélica del país. Se encuentran modelos como el B-52 Stratofortress, un icónico bombardero de la Guerra Fría, ahora convertido en chatarra para cumplir con el Tratado de reducción de Armas Estratégicas (START) de 1991. Tras ser despojado de sus motores y otras partes que podrían reutilizarse, el artefacto pasó por la guillotina del verdugo, una hoja de acero de más de 6.000 kilos levantada por una grúa, que lo dividió en cinco partes.
Aquí también descansan modelos del cazabombardero supersónico F-4 Phantoms de la guerra de Vietnam. Aunque, sin duda, el más destacado es el avión de cargaC-5M Super Galaxy que, a pesar de que suene a una última versión de teléfono móvil, se trata de una de las aeronaves más grandes de mundo con una longitud similar a la de un campo de fútbol y la altura equivalente a un edificio de 6 pisos. Valorado en 268 millones de dólares, está propulsado por cuatro motores turboventiladores que se montan debajo de sus alas. Es el avión más grande con el que cuenta el Ejército de EE UU en su flota, por eso presume de tener todavía 52 unidades activas. Fue diseñado para transportar grandes y pesadas cargas, incluidos más de 90 soldados y hasta dos tanques de batalla.