Cartaginés entró de cabeza en la historia, gracias al testarazo de Giovanni Arturo Campos, a quien poco le importó que lo marcara el mismísimo Bryan Ruiz, porque iba puntual a su cita con el destino, el que iba a quebrar más de ocho décadas de frustraciones, burlas y desesperanzas.
Al 104 de partido se paralizaron las cuentas y estallaron las quinielas, ya que ese cabezazo, de un muchacho que venía de la banca y salido de Alajuelense, lograba lo que durante años y años -tantos que parecían eones- no se hacía: que se empezaran a pronunciar las palabras más extrañas del fútbol de Costa Rica: Cartago campeón.
Lo hizo en un escenario ideal: un Morera Soto a reventar por una afición ansiosa por revertir hieles pasadas; pero… El gol del defensor Alexis Gamboa (58’) resultó, a la larga, insuficiente para torcer la final. Alcanzó para el alargue, pero, de nuevo, el equipo de Rudé flaqueó en el cierre de una etapa -una constante en esa serie de cuatro juegos- y a punto de terminar el primer tiempo extra, cedió… Entonces, se vino la noche.
Fue un duro giro futbolero que en el juego en el que, ¡por fin!, la Liga se acordó de sus jugadores de buen pie, se le escurriera el título.
Con Celso -por mucho, el mejor-, Bryan y el rescatado Alex López, los manudos encontraron ruta, (a Celso, Kevin Briceño le sacó un gol de esos que llaman cantados). Sin embargo, el peaje brumoso fue casi infranqueable: devenidos en pretorianos, los azules se batieron para catear a todo el que se acercara por sus predios. La salida de Celso (lesión) y López (agotado) le quitó brújula y fuelle a los manudos. Ambos dejaron íngrimo a Bryan, quien jugó un partido completo y más, en meses. Ya estaba listo para la foto.
Vino el gol de la visita y…, todo se acabó.
Un fantasma recorre el país futbolero: es el fantasma de un muñeco al que le echaban los clavos de todo; es el fantasma de una historia que se acabó, de la mano de un entrenador al que le decían Fantasma cuando jugaba: Geiner Segura, con un escudero de emergencia: Mauricio Wright, todo un manual de sangre y mal humor, que ordenó cierto caos (acá sí vale el término) del sistema defensivo cartago.
Esta es la crónica de algo que hasta el 6 de julio de 2022 tenía tintes de “fútbol ficción”, titulada de una forma imposible: ¡Cartaginés campeón!
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