Un artículo presentado por el Diario el Confidencial de España cuenta la relación de Lance Armstrong con algunos de sus compañeros en el mundo del ciclismo y que en su momento lo delataron.
Gorge Hincapie, que le acompañó como gregario en sus siete Tour de Francia, es el único miembro del US Postal que, a pesar de haber declarado en su contra, mantiene la amistad con Armstrong.
Aquí la nota del Confidencial
Hace casi 25 años Lance Armstrong, un joven ciclista con proyección, fue digánosticado de cáncer. A pesar de que los médicos solo le aseguraban un 40% de posibilidades de sobrevivir, lo superó y volvió al pelotón.
Tres años después ganó el primero de sus siete Tour de Francia. El americano fue forjando una leyenda heroica hasta convertirse en un ejemplo de superación para la sociedad a nivel global, alguien en quien fijarse. Sin embargo, en 2012, ya contra las cuerdas, Armstrong admitió ser un tramposo. El texano había utilizado diversas sustancias dopantes para aumentar su rendimiento.
Toda su historia era una gran mentira, una farsa. El estadounidense fue apartado de la competición y desposeído de todos sus títulos. Sus compañeros en el US Postal, que antaño le defendían de cualquier acusación, vertieron las pestes que la USADA (Agencia Antidopaje Americana) necesitaba para redactar el informe que validó la Unión Ciclista Internacional y supuso su cadena deportiva perpetua.
Han pasado ocho años, pero Armstrong no perdona a los que testificaron en su contra. Pese a que los corredores insisten en que el objetivo no era acabar tanto con él sino con un sistema que atentaba contra los valores morales del deporte, el texano insiste en que todo aquello fue orquestado: una "caza de brujas" para hundirle en la miseria absoluta.
Tyler Hamilton, Floyd Landis o George Hincapie fueron solo algunos de los 11 ciclistas que formaron parte de la investigación y ayudaron a desmontar el enrevesado "sistema de dopaje más sofisticado del ciclismo".
De todos ellos, el único que obtuvo la amnistía total de Armstrong con el paso del tiempo fue Hincapie, que estuvo a su lado en los siete Tour. "Es una persona amable y cercana. Da gusto trabajar con él", decía el gregario a principios de siglo. La relación entre ellos, muy fluida, rebosaba hermandad. "Nada me gustaría más que ver a George vestido con el maillot amarillo", comentaba Lance en 2009 tras volver al ruedo con Astana. Pero el leal Hincapie preferió sacrificar la relación con su compañero por el bien común en 2012, una vez retirado, descolocando al campeonísimo: "Hubiera sido mucho más cómodo haber hablado sólo acerca de mí mismo, pero entendí que estaba obligado a decir la verdad sobre todo lo que sabía. Eso es lo que hice y no hay otro trasfondo".
"No le guardo animosidad"
Hincapie reconoció que sin la utilización de sustancias dopantes era imposible competir al más alto nivel en el ciclismo, señalando directamente a Armstrong como uno de los principales cabecillas de la trama. Con los meses, Armstrong perdonó al de Queens, quizá sabedor de que ya estaba sentenciado y su testimonio no cambiaría las cosas. No le había sepultado él, sino otros: "Sigue siendo mi gran amigo, hablamos una vez por semana, no culpo a Hincapie de todo". Aunque en el fondo le moleste que su estimado sea invitado a carreras a las que él ya no tiene acceso, su armonía es tal que ambos tenían previsto emprender un proyecto de viajes en bicicleta para turistas en Mallorca este verano (el coronavirus ha paralizado la idea). Hincapie también participa de vez en cuando en 'The Forward', el 'podcast' de Armstrong, un espacio de entrevistas sin patrocinadores que le sirve como altavoz al texano. Johan Bruyneel, manager que le ha guiado en todos los conjuntos y está suspendido a perpetuidad, también ha intervenido esporádicamente en el programa.
Ellos dos son quizás los únicos grandes apoyos que le quedan a Armstrong de su pasado en el US Postal, con los que mantiene contacto frecuente (con Vande Velde y Dylan Casey también se ha visto, pero muy poco), porque Hamilton, Landis o Levi Leipheimer son considerados enemigos, traidores. Herejes al servicio de Travis Tygart, CEO de la USADA. Con el primero pasó de compartir entrenamientos y residencia en Niza y Girona al enfrentamiento total tras un encuentro en Colorado. "Voy a convertir tu vida en un infierno", fueron las amenazas que escuchó el de Massachusetts. Armstrong también cargó contra Leipheimer y su familia. Mientras que Landis, testigo clave, recibió las vejaciones más sonoras. "Mi historia podría ser peor, podría ser Landis despertando como un pedazo de mierda todos los días", le echa en cara el texano. Del "alguien no quiere que Armstrong gane" que Landis pronunció en 2003 para proteger a su líder de las sospechas al "espero que encuentre algo de paz en su vida" de la semana pasada. "No le guardo animosidad porque es el mejor ciclista con el que he corrido. Él era un niño que soñaba con montar en bicicleta y no se dio cuenta de donde se estaba metiendo", añadió.
"Era un tipo intrigante"
Armstrong tilda de "hipócritas" a prácticamente todos los que se la jugaron (le acusaron de suministrar EPO, entre otras cosas) y cree estar asumiendo una carga muy pesada por ser simplemente el personaje mediático de la etapa más sombría del ciclismo. "Merezco el castigo, no la pena de muerte". Armstrong se calienta porque sabe que al delatarle, sus compañeros obtuvieron sanciones menores. "Juego sucio" que no pasa por alto. Mientras él se ha quedado sin voz y no puede volver al deporte, otros trabajan en estructuras ciclistas o colaboran con la prensa. Es el caso del propio Landis, de Iban Basso (este prefiere no confrontarle), Erik Zabel o uno de los que más le incomodan, Jonathan Vaughters, también excompañero en US Postal, reconvertido en director de equipo (Education First) y fiel defensor de un ciclismo limpio. "Hay gente a la que sí dan segundas oportunidades", apuntó.
"Es difícil reconocer que uno se ha equivocado y ha hecho uso de procedimientos ilegales. Lo más duro con diferencia fue decírselo a mi madre", contó Vaughters en 2013. Si bien la relación entre ellos nunca fue del todo buena, pues el de Denver se negó en ocasiones a bailarle el agua al texano y decidió retirarse relativamente joven en gran parte cansado de todo lo que veía, ahora es inexistente. “Si tú consumes también EPO, no puedes escribir un libro sobre ello”, fue la frase que Lance Armstrong le soltó en la habitación de un hotel durante la Vuelta a España de 1998 con la firme intención de amedrentarle. "Era peculiar, un tipo intrigante", recuerda Vaughters, que sacó definitivamente su libro en 2019. "Se inyectaba delante mía y de todos. No se escondía. Muchos corredores vivían con miedo. Es delirante", subraya.
Ya en su día, Vaughters animó a Armstrong a ir más lejos y revelar más detalles de la cultura de dopaje que le aupó al estrellato global, pero no encontró respuesta. A propósito del documental para ESPN que se está retransmiendo en la actualidad, con bastante éxito, Tyler Hamiton ha extendido la petición: "Me encantaría ver más la verdad. Qué, por qué, cómo... todo eso. No hay nada en su contra por mucho que él diga lo contrario, sino para el futuro del ciclismo, para las generaciones más jóvenes. Necesitamos más detalles, hay tanta media verdad por ahí... y no solo de Lance Armstrong".
Mientras antiguos compañeros le piden que dé un paso más, haga oídos sordos a los consejos de sus abogados y termine de quitarse la careta, Armstrong encuentra consuelo fuera, en Jan Ullrich, el ciclista al que más ha respetado en su carrera y al que defiende con uñas y dientes al ver buena parte de su historia (símbolo en su país, héroe deportivo), de su particular crisis (cazado en la Operación Puerto y despojado de todo honor), reflejada en el alemán: "Alemania pone como ídolos a Erik Zabel o Rolf Aldag. Les da trabajo, les llevan a las carreras y a la televisión y hasta les permiten subir al podio. Pero, en cambio, han destrozado y jodido la vida a Ullrich. ¿Por qué?".
Armstrong y Ullrich nunca gustaron en el pelotón y entre ellos tuvieron que sostenerse. Cuando el teutón se vio envuelto, tras su retirada, en varios escándalos e ingresó en una clínica para tratarse del alcohol y las drogas, Armstrong fue a visitarle: "Mi amigo está pasando por un mal momento y no podía dejar pasar la oportunidad de venir a Alemania para pasar unos días con él. Por favor, tengan a Jan en todos tus pensamientos y oraciones. Él necesita nuestro apoyo ahora mismo”, escribió el texano en su perfil de Instagram. "Yo devolvería a Armstrong sus victorias en el Tour. No ayuda a nadie que haya nombres borrados en la lista de ganadores", le exculpó Ullrich en una entrevista para Sport-Bild en 2013, gesto que el estadounidense no olvida.
O conmigo o contra mí, Armstrong no descuida a los que le apuñalaron ni tampoco a los que dieron ligeramente la cara por él, que fueron muy pocos. La verdad ya no la puede negar. "Hice mal uso de mi estatus y saqué provecho. Solo puedo pedir perdón, espero que otros también lo hagan. Puedo vivir conmigo mismo”, concluye alguien que afirma estar seguro de haber ganado limpio, pese a que ya no lo pueda demostrar. Tal extremo nunca se sabrá.
Fuente: Diario El Confidencial España