El formador hace su labor casi siempre invisible y sin recibir nada a cambio. Nunca esperen que sus ex jugadores regresen a visitarlos con un saco de balones, un par de nuevas redes y uniformes para todos.
Porque a la mayoría de nuestros futbolistas se les olvidan sus orígenes e incluso el nombre de aquel entrenador que varias veces le completó para el pasaje o le compró algo de comer porque llegó sin desayunar
Muchos cuando ya son famosos y los reporteros los cuestionan siempre dan inmenso agradecimiento porque en sus destinos apareció el inmaculado DT que lo debutó y rara vez mencionan en público el nombre del que le quitó lo miedoso y le explicó que era el empeine o el control orientado.
Solo pocos se acuerdan de sus formadores hay muchos que hasta a los familiares desconocen porque el fútbol los mantuvo tan ocupados que perdieron la memoria. Se topan hasta con sus vecinos y se hacen que no se acuerdan.
A todo eso hay que acostumbrarse pues el formador que busca reconocimiento esta jodido. Repito, el apostolado de auténtico formador es invisible y casi siempre no - reconocida.
Alguna vez el búlgaro Risto Stoikov hizo un reconocimiento público a su entrenador de barrio y comentó precisamente lo que estoy escribiendo.
Ser formador es una satisfacción tan bonita que no se compara con nada, mucho menos con un desaire. Muchas maestras de primaria están recordando también varios episodios similares.
Escrito por el técnico Luis Fallas