El conjunto tico se adelantó con gol de Alexis Gamboa. Los de casa emparejaron las cifras tras un penal anotado por Byron Bonilla 81'. Nicaragua sufrió la expulsión de Jason Coronel al 54'.
Fue el primer partido oficial de Costa Rica en territorio nica.
El periodista deportivo nicaragüense Edgar Tijerino presentó su columna bajo el siguiente título: "Fue posible lo imposible".
Aquí la nota
¡Hey incrédulos! Y ahora, ¿Qué podemos decir frente al asombro? Nada, seguir asombrados. Así lo estoy, y qué agradable es sentirse así.
Amigos, éste empate 1-1 con Costa Rica, es algo grandioso. Hay que colocarlo con absoluta confianza, delante de todo lo que haya sido visto como proeza en la historia del fútbol pinolero. Aún amputado, con un hombre menos desde el minuto 54, nuestro equipo se agigantó en tal forma, que sus jugadores parecieron haber pertenecido en coraje, determinación, toma de riesgos y creer en ellos mismos, a la legión de Espartaco que hizo temblar a Roma.
¡Cómo cobijó de orgullo a la excitada multitud que rebasó todos los cálculos, esa actuación nica durante el extenuante segundo tiempo, cuando se exigía contar con corazones valientes, y capacidad para fajarse, más allá de la resistencia de pulmones y piernas! Los muchachos del “Fantasma”, se excedieron. Las estadísticas pueden decir que Costa Rica fue ligeramente más que Nicaragua por poco, pero el mérito de llevar la roca que derrotó a Sísifo, a la cima de las expectativas, y sujetarla con este 1-1 pese a la desventaja, es de la tropa de Figueroa.
¡Qué espeso fue el suspenso casi macabro, mientras se confirmaba el penal sobre Ariel Arauz entrando al área, apretado por dos defensas, fauleado por Carlos Mora en el minuto 73! Las respiraciones agitadas, los dedos cruzados y hasta rezos se escucharon, en espera de la decisión que finalmente provocó el estallido de 18 mil ansiedades. Ahí estaba Byron Bonilla acariciando el balón, acomodándolo, en tanto Keylor, veterano de mil batallas, un compañero de Julio César en Las Galias, hacía sus cálculos sobre su visión de los movimientos de Bonilla y la reacción que necesitaría con alto grado de precisión.
A esa distancia, todo tirador mete miedo, pero muchos también se arrugan. Byron con una frialdad que hizo circular escalofríos en las tribunas, tomó distancia, había fijado un punto junto al poste izquierdo y fue hacia el balón con determinación de mosquetero, le pegó más con el alma que con su botín derecho, y asestó la estocada de la resurrección de las esperanzas, del acercamiento a lo milagroso, nivelando la pizarra 1-1. Ese momento se convertirá en inolvidable, como lo ha sido el penal magistral de Salvador “Chava” Dávila frente a Poletti el arquero de Estudiantes en 1966, en aquella victoria por 2-1, tan magnificada pese a ser un juego amistoso.
El primer tiempo no había sido lo necesariamente atractivo, pero si tenso y resultó útil para tutearse con el equipo tico, nada que ver con un Goliat en esta región, como en otros tiempos. Ellos manejan mejor la pelota, cruzaban al otro lado con más flexibilidad, pero una defensa nicaragüense tan bien posicionada y utilizando muy bien los relevos, sacando provecho de una excelente atajada de Rodríguez frustrando una muy buena posibilidad por la izquierda, proporcionó la confianza requerida para atreverse a mayores incursiones girando alrededor de ese 0-0.
La tarjeta roja a Jason Coronel en el 54, con el marcador 0-0 y 35 minutos pendientes, frente a un equipo de superior nivel a lo largo de la historia, no fue la invitación a un funeral de nuestras esperanzas, sino un estimulante para alcanzar ese crecimiento insospechado que hizo posible lo que momentos después parecía imposible, batallar y borrar el 0-1 producto del certero cabezazo hacia abajo con rebote alto, realizado por Alexis Gamboa en el 60. Con 30 minutos pendientes y con un hombre menos, estando atrás 0-1, el Fantasma comenzó a mover sus piezas como un ajedrecista. Atrás había quedado el posible penal a Jacob Montes, descartado por una falta previa, todo discutible.
Fue galvanizador el ingreso de Bonilla, Bancy Hernández y Martínez porque se necesitaba de un fondo físico fresco para el sostenimiento del nivel. El equipo tico, necesitado de mayor energía para atreverse a acelerar no lo consiguió pese a ser más insistente en los minutos de alargue. Nicaragua supo controlar espacios, y prevalecer atrás anticipando, elevando lo emotivo. Los pinoleros, se movieron bien en todos los sectores, aún cuando Barrera uno de los más pensantes, tuvo que salir, igual que Arauz más adelante, en un momento en que la esperanza alcanzaba para todos.
Impresionante el lleno. Quizás 18 mil y uno más. Excelente el fútbol ofrecido, entre las limitaciones de los dos equipos. Que los hombres de “El Piojo” no hayan podido sacar ventaja al disponer de un jugador más, es culpa de la bravura pinolera. Lo más trascendental, y el mayor éxito nica, es que fortaleció la forma de mirar el futuro inmediato… ¿O no es así incrédulos? No se lo digo a otros, sino a mi mismo, pero hinchado de satisfacción.