As. Costa Rica avanza por el Mundial reclutando corazones, con esa convicción casi académica en los fundamentos de su juego, culto y refinado en medio de gigantes, o por esa narrativa que conduce un partido entre la bruma de la eliminación, fatigado y con el cuerpo hecho pedazos, va rescatando seguidores. El Mundial se vuelve un orfanato en los octavos.
Millones de aficionados han sido abandonados, sea por injusticia, falta de suerte o pericia deportiva, mirarán el resto del campeonato a la deriva. Costa Rica ofrece socorro. Ampara a quienes dejan de creer o piensan que llegar hasta allí, es imposible. La trayectoria de los ticos en Brasil 2014 desmiente la novela rosa, huye de cualquier metáfora.
No se trata de acompañar al más pequeño de los países, sentir ternura por el débil, sino de rendirse ante su fortaleza como equipo. Con un fútbol de principios inquebrantables, basado en el orden táctico y suavizado por la clase de sus jugadores, confía a muerte en un estilo que cuando no lo eleva sobre el rival, lo agranda. Si contra Uruguay e Italia jugó un fútbol de talla, racional y organizado, en los octavos fue emocional, humanitario. En carne y hueso o con sus ideales Costa Rica gana.
Demolidas todas las predicciones su comparecencia en los cuartos no debe ser vista como un milagro, está acreditada en el campo y frente a testigos que desde los orígenes, han firmado documentos importantes en los Mundiales. Su partido contra Grecia puede confundir esta teoría, porque no encontró ese fútbol que desde la fluidez y los automatismos le hicieran dominar el juego.
Si en la fase de grupos había sido un idealista en los octavos fue una resistencia organizada. Costa Rica interiorizó la teología de Pinto y aún con diez, ante el abismo, trató de mantener su doctrina. Pero cuando las piernas son andrajos y el fútbol se evapora como suspiro de un cuerpo exhausto, lo que queda es tolerancia. Los ticos soportaron el castigo de una noche cruel. Cuando la historia se escapaba por las rendijas, mantuvieron el temperamento frío. Aguante Costa Rica se volvió un rezo. Poniendo al Santo de cabeza, San José metió la mano por su equipo.
Llegó a los penales como pudo, tras la tempestad por fin tenía el juego en su orilla. La línea de Navas era Costa Rica entera. Avalados por su guardameta los tiradores se plantaron sobre el machón del área. Y otra vez, frente al vértigo, los ticos demostraron calidad. Liquidaron el juego con personalidad y elegancia. Brasil 2014 no es el Mundial de Costa Rica, Costa rica es un enorme patrimonio del Mundial. Está dejando una profunda huella sobre la arena.